Soñadores sin fronteras guiados por el corazón
Madrid, España, fue la ciudad que disfrazada de Cupido flechó los corazones de María Centeno y Francisco Suárez. Los dos son ingenieros egresados de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, UNAB, que sin saber cómo, cuándo y dónde cruzaron por casualidad sus caminos para brindarse apoyo en la exitosa conclusión de sus posgrados.
María es máster en Negocio Energético del Club Español de la Energía, Madrid y Francisco, doctor en Automática y Robótica de la Universidad Politécnica de Madrid. Ambos con objetivos claros de crecimiento profesional se ‘aventuraron’ a vivir una experiencia que, sin duda, les dio un giro de 180 grados a sus vidas.
El disciplinado trabajo personal por obtener una beca para estudiar un posgrado fuera de Colombia fue determinante para que los protagonistas de esta historia lograran materializar sus sueños profesionales; hoy, María y Francisco están donde pusieron años atrás sus corazones: trabajar en el extranjero, un logro lleno de enormes ganas, mucha paciencia y tenacidad.
Esta historia para Francisco comenzó en 2011. Su facilidad para adaptarse a nuevos mundos, sumado a su descomplicada y profesional forma de enfrentar los cambios, le permitió en 2014, al culminar su riguroso doctorado, seleccionar la mejor oferta de trabajo en Singapur, una que se alineaba perfectamente a sus capacidades, a su perfil como investigador y a una mejor calidad de vida.
Para María, ingeniería de energía, obtener el título de magíster en 2013 le costó un año de intenso y dedicado estudio en Madrid que, en palabras de ella, se convirtió “en una oportunidad que valió muchísimo la pena, por el crecimiento profesional, por las oportunidades laborales y sin estarlo buscando, por mi compañero de vida”, el mismo que dos años atrás había iniciado su doctorado.
Singapur, uno de los principales centros financieros del mundo, se convierte para Francisco, tras dos años de haber obtenido el posgrado, en su segundo hogar. Con trabajo fuerte ha logrado adaptarse con facilidad a un país donde diversas nacionalidades y religiones conviven sin mayores roces. María, desde hace aproximadamente seis meses lo acompaña, ya no como su aliada de retos académicos, sino como su esposa, pues contrajeron matrimonio hace cerca de un año.
Sin lugar a dudas, la perseverancia, el intelecto y una cuota de suerte han hecho que Francisco, el gran amor de María, pero también investigador (research fellow) en un laboratorio de robótica de la Nanyang Technological University de Ciudad de Singapur, trabaje con pasión para mejorar robots industriales disponibles en el mercado. “Empezamos con robots que tienen funcionalidades limitadas y a partir de ahí agregamos sensores y programas que permiten extender dichas funcionalidades”, indica Francisco, bogotano de nacimiento, pero bumangués de corazón.
María, por su parte, mientras descifra el particular ‘inglés’ de los nativos y foráneos que habitan Singapur, continúa con perseverancia en la búsqueda de un trabajo. Ella es consciente que el índice de desempleo de ese país ronda el 2% y por cada cinco singapurenses se puede contratar solo a un extranjero. Sin embargo, su perseverancia espera ganarle pronto a las estadísticas.
La notable diferencia cultural entre oriente y occidente les ha hecho vivir lo impensable. Aspectos como quitarse los zapatos antes de entrar en las casas o templos, o eructar, son asimilados como normales en el día a día de esta joven pareja, sin embargo, la comida no ha dejado de ser el ‘talón de Aquiles’ de María, para quien el Sushi, el Naan, el Saag paneer y el Prawn curry, conforman la corta lista de sus preferencias.
Regresar a Colombia es un proyecto que aún no está en las prioridades de estos emprendedores ingenieros. El foco más claro es seguir conquistando, a punta de conocimiento y tesón, mejores oportunidades para crecer sin límites.