Acróbatas de la vida a ritmo de break dance
Muchos de los niños de los barrios San Martín, San Pedro, Quebrada La Iglesia, Los Soles y Antonia Santos sueñan con convertirse en los mejores bailarines de break dance, una disciplina urbana de baile acrobático. Entrenan con perseverancia y rigor. Para algunos es un estilo de vida, para otros un pasatiempo, pero aquí lo importante es que los mantiene alejados de los peligros de la calle.
Inician sus rutinas a eso de las 7:30 de la noche, cuando la Eucaristía ha finalizado. En el salón parroquial del templo María Madre del Divino Amor del barrio Quebrada La Iglesia empieza a sonar la música, se escuchan las voces de niños y jóvenes avivando el entrenamiento, se siente la energía, la tenacidad, la alegría.
El break dance se ha convertido en la pasión y motivación de las juventudes del sector. A sus 17 años, Sergio Steven Ortega Rodríguez se siente comprometido con la causa. Inició hace cuatro años con el aprendizaje, ahora ya no es un alumno más del equipo, ahora es profesor, enseña a los más pequeños los pases, la dinámica y les inculca la disciplina.
“Preferimos llamar a los jóvenes por medio del baile, porque nosotros preferimos que ellos estén ahí bailando o al menos mirando, a que estén, de pronto, en una esquina fumando droga”, expresa Sergio Steven, quien gracias al break dance logró acercarse a la Iglesia, a Dios. Ahora, su proyecto de vida está orientado a ingresar el próximo año al Seminario Mayor Arquidiocesano de Bucaramanga para formarse como sacerdote.
Ha sido tanta la acogida de los ‘Dancing boys’ que incluso el cantautor católico de República Dominicana, Guelmis Tavárez, contactó a los jóvenes para que lo acompañaran en su presentación en Bucaramanga y San Gil. No quiso traer a su grupo de bailarines profesionales, prefirió que los chichos de la comuna 9 fueran los que hicieran gala de sus destrezas artísticas en su concierto.
Danzándole a la vida
El artífice de esta iniciativa es el sacerdote Gustavo Hernán Patiño González. Cuando llegó a la parroquia en 2012 vio la cruda realidad de este sector: pandillismo, drogas, alcohol y prostitución. Sabía que debía ingeniárselas para apartar a los niños y jóvenes de ese difícil entorno, de ahí nació ‘Enamorarte’ un proyecto que busca involucrar a las juventudes con el arte y la cultura. Una de las estrategias del proyecto es precisamente el break dance.
“Mi sobrino, que llegó de las escuelas de danza de Ibagué, me propuso que implementáramos el break dance. Se hizo la convocatoria y fue fenomenal, cerca de 50 niños respondieron”, cuenta el padre Gustavo Patiño con el entusiasmo propio de quien le ha arrebatado decenas de posibles víctimas a la delincuencia.
Su sobrino es Omar Andrés Sosa Patiño. “Ya llevamos casi cinco años con el grupo, muchos han crecido, otros se han ido del barrio, han llegado nuevos alumnos que están interesados en aprender también”, expresa Omar Andrés, quien hoy cursa octavo semestre de Diseño Gráfico.
La meta se sigue cumpliendo. “Hemos enamorado a los ‘pelaos’ del arte como propuesta y camino a la reconciliación, a la construcción de valores, a la esperanza de vida… Son jóvenes muy centrados, con opciones muy claras de vida, porque el break dance y todas las demás disciplinas los hacen a ellos precisamente así, receptivos de órdenes, capaces de ejecutar, de aprender, de perfeccionar lo que ellos hacen”, concluye el sacerdote Gustavo Patiño.
Hoy día ‘Dancing boys’ cuenta con 22 integrantes, 22 almas que movidas por el break dance bailan al son del hip hop, bailan sin parar, como queriendo ganarle la carrera a los problemas sociales, encajando en la Bucaramanga sin límites.