Bucaramanga
“Ciudadanía Sexual”, propuesta de nueva materia para colegios en Bucaramanga
Al principio lo tildaron de mal educador, promotor de la ideología de género y de la rebeldía de los jóvenes. Sufrió de exclusión entre sus propios compañeros. El proyecto educativo de Luis Miguel Bermúdez causó rechazo entre docentes y padres de familia.
No obstante, hoy, luego de tres años de poner en marcha la materia de Ciudadanía Sexual en el colegio distrital Gerardo Paredes de la localidad de Suba, el profesor Bermúdez y los demás docentes que se unieron a su proyecto redujeron de 70 a cero los casos de embarazos en las adolescentes de esa institución.
Luis Miguel Bermúdez es bogotano de 33 años, licenciado en educación básica con énfasis en ciencias sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Desde entonces estuvo interesado en temas de ciudadanía sexual y sus estudios de posgrado estuvieron enfocados en esta área.
Vanguardia.com conversó con este docente para conocer su éxito educativo y las dificultades y oportunidades que tiene Bucaramanga y Santander para lograr la disminución de los embarazos en la población adolescente, que, según el Dane, sumaron 1.395 nacimientos en madres entre los 15 y 19 años, y 45 entre niñas de 10 a 14 años en la ciudad, durante 2016.
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¿En qué se basa el éxito de su estrategia educativa?
Toda esta experiencia pedagógica para reducir los embarazos a temprana edad empieza con tener la valentía de alejarse de la concepción tradicional que siempre ha acompañado a la educación sexual. Alejarse del enfoque moralista, preventivo y genital. De creer que la sexualidad solo es relaciones sexuales. Ese fue el primer parámetro.
También nos centramos en los derechos humanos sexuales y reproductivos. Es decir, que se entendiera que la sexualidad del adolescente es distinta y que no se puede juzgar de la misma manera.
Así mismo, generamos un ambiente de confianza, un ambiente de aprendizaje. El error de la educación sexual que se imparte es que el profesor cree que la sexualidad es única y se puede imponer un modelo a todos.
¿Cómo fue el proceso para formar el currículo de educación sexual?
Teniendo claro el factor confianza y que cada adolescente es diferente, construimos una nueva propuesta para los jóvenes en temas de educación sexual, que además llamamos Ciudadanía Sexual, por aquello del enfoque de los derechos.
Nos dimos cuenta que la educación sexual siempre se dictaba a través de talleres o conferencias a cargo de médicos. Con eso creían que era suficiente. Como si aprender matemáticas o ciencias sociales fuera suficiente con una conferencia.
En términos pedagógicos, lo que hicimos fue formar el currículo de la Ciudadanía Sexual, especial para cada grado. Esto significa que la ciudadanía sexual se convierte en una materia permanente dentro del currículo, igual que las otras. Tiene un horario específico, dos horas semanales obligatorias, con guías y evaluaciones.
Aprovechamos la materia de Ética y Valores, y, por medio del consejo académico, cambiamos el currículo por uno que tuviera el eje de la ciudadanía sexual.
Por ejemplo, el primer componente del currículo que dictamos en el grado décimo es Nuevas Feminidades y Masculinidades. Allí desmentimos esa concepción machista de la sociedad, donde el hombre siempre debe mostrar su virilidad y la mujer es la sumisa, educada para esconderse en la casa cuidando su virginidad. Explicamos que estas prácticas promueven la violencia y discriminación de género.
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¿En qué grados se está impartiendo la materia?
Al principio yo era el único que dictaba la materia, pero en un colegio de 5 mil estudiantes me queda imposible abarcarlos a todos. Entonces ahí empezó la formación de los docentes que dicaban la materia de Ética. A partir de las investigaciones sobre la educación sexual generamos un plan de formación completamente diferente al que se había impartido antes.
Con los docentes capacitados, hoy dictamos Ciudadanía Sexual a los estudiantes de los grados octavo, noveno, décimo y undécimo. Impartimos la materia en estos grados porque allí identificamos los mayores casos de violencia de género y embarazos adolescentes.
Empezamos a dictar la materia en 2014, y en tres años desapareció el fenómeno de embarazos en la institución.
¿Qué fue lo más difícil de este proceso?
Nos dimos cuenta cómo el peso de la orientación sexual en Colombia es tan fuerte y estigmatizado que tumbó un plebiscito y quitó a una ministra. Además, los políticos aprovecharon todo este cuento de la ideología de género para beneficiar sus intereses electorales. Esto fue lo más nos afectó, porque le costó a la sociedad colombiana el retroceso de los pocos avances que habíamos logrado en educación sexual.
Las declaraciones del entonces procurador Alejandro Ordóñez en contra de las famosas cartillas y la ideología de género causó resistencia y miedo entre los que teníamos iniciativas de educación sexual. Era tanta la presión que yo pensé en renunciar porque no soportaba más el bullying, la exclusión. Incluso los otros profesores empezaron discriminarme: no me hablaban, comentaban cosas a mi espalda y decían que yo estaba convirtiendo en homosexuales a los estudiantes.
¿Cómo le puede aportar su experiencia a los colegios de Bucaramanga y Santander?
El machismo y la discriminación de género es algo común en todo el territorio colombiano y América Latina. Así que el método que utilizamos en Bogotá es perfectamente adaptable a los colegios de la ciudad y el departamento. Eso sí, en cada colegio se deben hacer estudios previos para conocer a cada estudiante e implementar mi modelo con base en los resultados encontrados. El éxito de esta estrategia educativa es la investigación.
Realizamos varias conferencias para transmitir nuestra experiencia a los rectores de los colegios de la ciudad, a través de la Secretaría de Salud municipal y con el apoyo de Instituto de Salud de Bucaramanga. Ya varios rectores se acercaron y me expresaron su real interés por replicar mi modelo e implementar la materia de Ciudadanía Sexual en sus colegios.