Bucaramanga
La mitad de los quemados del Hospital Universitario de Santander son menores
La mitad de los pacientes de la Unidad de Quemados del Hospital Universitario de Santander, HUS, son niños. Este pabellón dispone de 20 camas y recibe pacientes del todo el Oriente colombiano.
El área pediátrica es la primera sala después del cuarto de curación ambulatoria. Los pacientes que no superan los seis años tienen vendas en los brazos y algunos en las piernas. A pesar del dolor de sus lesiones, sonríen con el personal médico.
Carlos Ramírez, jefe de la Unidad de Quemados del HUS, explica que el 50% de los pacientes que atienden en el HUS son menores de edad.
Quemaduras por líquidos hirvientes y redes eléctricas de baja tensión, son las que más dejan lesiones en los pequeños. La mayoría de estos pequeños pacientes se accidentaron en sus viviendas al manipular enchufes o llevárselos a la boca.
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Afortunadamente, en muchos de esos episodios, se tratan de quemaduras de primer grado que con dos a tres semanas de hospitalización son dados de alta.
“Hasta las quemaduras de segundo grado, que comprometen la epidermis y dermis, pero que no necesitan injertos de piel, con buenos cuidados van epitelizando y van mejorando. Estos pacientes alcanzan a salir en tres semanas”, precisa Carlos Ramírez.
Otra historia son los casos de quemaduras eléctricas por alta tensión. Después de las lesiones por líquidos hirvientes, en niños y adultos, y de gasolina, son comunes las quemaduras eléctricas.
En menor medida, se presentan los casos por ácidos. De acuerdo con Ramírez, las quemaduras producidas por redes eléctricas siempre son las más graves.
En días pasados, del área pediátrica del HUS fue dado de alta un menor, de 13 años, que sufrió una quemadura eléctrica por alta tensión. Estuvo hospitalizado casi cuatro meses. En el proceso de recuperación perdió ambas piernas.
“Estas lesiones ponen en peligro la vida de los pacientes y dejan secuelas terribles, amputación de miembros, sin contar con las afectaciones psicológicas”, comenta Ramírez.
Después del área pediátrica, quedan dos salas más. Una para mujeres y otra para hombres. Frente a estas áreas se ubica una habitación donde ocurre la etapa más dura de la recuperación de una quemadura: las curaciones. Los médicos admiten que es un proceso doloroso, pero necesario. Algunos lo califican como una “agonía”.
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En el área de mujeres, hay pacientes provenientes de varios municipios de Santander. “Recibimos también pacientes del sur del Cesar, de Norte de Santander, del sur de Bolívar, Arauca y occidente de Antioquia”, dice.
En el cuarto de adultos son más frecuentes las quemaduras eléctricas. Aunque también hay casos por líquidos, que no son tan graves. En estas dos habitaciones, hay dos casos delicados.
Una mujer, que no supera los 40 años, tiene lesiones en más del 50% del cuerpo. En su pierna derecha, donde ya han cicatrizado algunas, está sin vendaje. Se puede ver la cicatriz de lo que fue una quemadura grave.
Los brazos también los tiene vendados. De la mano derecha, le amputaron varios dedos. Además de que no se puede mover mucho, por las lesiones, se mantiene con oxígeno. Quienes la atienden aseguran que se ha ido recuperando. El médico explica que el caso se produjo por quemadura de alta tensión.
Los casos más comunes por alta tensión, corresponden a trabajadores que manipulan redes eléctricas en terrazas o postes.
En la sala de hombres se encuentra un paciente con lesiones en casi el 80% de su cuerpo. Incluso en el rostro tiene quemaduras. Además de los metros de vendaje, solo se le ven sus ojos castaño oscuro.
En la misma sala, semanas atrás estuvo un paciente con más del 80% de la superficie corporal quemada. Perdió los miembros inferiores. “Manejar un quemado por extensión de segundo y tercer grado con más del 30% o 40% es un reto grandísimo”, explica el especialista.
En muchos de estos casos, “salir con vida” es toda una hazaña. Aunque la Unidad de Quemados del HUS tiene una baja tasa de mortalidad, según lo manifiesta Carlos Ramírez, no todos los pacientes sobreviven.
Ramírez, que lleva más de 30 años al frente de esta unidad atendiendo cientos de pacientes, manifiesta que no hay nada más doloroso y difícil que una quemadura. No solo el dolor físico en el momento del hecho, o en la agonía en las curaciones, si no en las marcas que deja en la vida.
De acuerdo con el secretario de Salud de Santander, Alejandro Rivero, en los primeros días de diciembre se han reportado dos casos de quemaduras por pólvora.
Ambos, proceden de la provincia Guanentá. Uno de ellos fue un menor de 12 años, del municipio de Valle de San José, quien sufrió quemaduras en manos y rostro, producto de manipular un tote. El menor fue trasladado al HUS y de acuerdo con el reporte médico, tiene quemaduras de primer y segundo grado.
El otro caso corresponde a un hombre de 25 años, de San Gil, quien se lesionó varios dedos de su mano derecha por un volador. Según Rivero, los pacientes están fuera de peligro.
“Nuestra tarea es tener cero quemados. Lamentablemente, solo 46 municipios decretaron la prohibición del expendio y manipulación de la misma. Debe ser un acto de amor y de responsabilidad que los padres no dejen manipular pólvora a sus hijos”, señaló el funcionario.
Dos casos en diciembre
Carlos Ramírez, jefe Unidad de Quemados del HUS.