Larga vida a la televisión pública
Como es normal, hay acuerdos y desacuerdos con la iniciativa, y de eso trata el debate, de tener puntos de vista distintos y defenderlos hasta lograr un equilibrio. Sin embargo, ya que tenemos un clima político difícil, nos hemos quedado en discusiones que, claro que sí, son fundamentales para la democracia del país, pero que más allá de lo político no proponen innovaciones. En Colombia, a la televisión pública se le quiere, se le respeta y más que todo, se le necesita.
Pero más allá de las controversias, hay otro punto que vale la pena reflexionar, y es si el camino que se quiere seguir transitando con los canales regionales es el adecuado. El Gobierno Nacional por años ha hecho apuestas millonarias para el fortalecimiento de las parrillas, para que se generen contenidos de calidad, que sean atractivos, lleguen a más audiencias y claro, para oportunidades de financiación. Los canales por su parte han sido juiciosos en crear planes y buscar alternativas para ser sostenibles. Pero la mayoría no ha alcanzado un punto de equilibro financiero, ni han podido ser competitivos. Entonces, ¿llegó el momento de poner sobre la mesa la discusión sobre el modelo de televisión regional?
Fusionar los canales regionales para que de ocho pasen a ser cuatro, cada uno especializado en contenidos: un canal informativo, uno infantil, uno para la audiencia juvenil y otro en variedades culturales; todos basados en la producción nacional de contenidos, que dé oportunidades de explorar nuevas áreas al talento colombiano y que optimice los recursos y el esfuerzo que se hace, puede ser una opción. Esto haría canales más fuertes, financieramente sostenibles, independientes y llevaría a otro nivel a la televisión pública en Colombia.
Necesitamos aprender a evolucionar, a despegarnos de los modelos que por años hemos seguido. Hay pasos que hay que dar, que serán disruptivos y nos molestarán a muchos, pero que nos llevarán a la construcción de otro futuro porque la televisión pública debe seguir viva.