Señorita Santander obtuvo el premio a mejor traje artesanal
Aunque el nombre del traje es ‘Vientos del Caribe’, pues el Concurso Nacional de la Belleza quiso rendirle con los vestidos típicos de las reinas un homenaje al maestro Lucho Bermúdez, cada centímetro del traje artesanal de Paola Andrea Trujillo Ramírez lleva un pedazo de Santander.
Y es que nuestra soberana de la belleza quiso que su traje, además de rendirle un sentido homenaje a ese gran artista, rescatara los valores artesanales y los materiales propios de nuestra región.
¡Y se salió con la suya!
Lo primero que hizo fue entregarles la tarea del diseño a las manos creativas de Curití, Zapatoca, Girón y Bucaramanga, para que se fundieran en una sola y permitieran resaltar las creaciones laboriosas y disciplinadas de los hombres y de las mujeres de la tierra de las hormigas.
La responsabilidad del diseño recayó en manos de otra ilustre santandereana, Vicky Bautista, quien tiene una gran trayectoria en el diseño y la confección de alta costura en trajes típicos y de fantasía.
El traje impactó, entre otras cosas, por un tocado con figuras talladas en pauche, de Zapatoca, haciéndole un homenaje a los instrumentos de viento que interpretaba, de manera magistral, el desaparecido Lucho Bermúdez mientras dirigía su orquesta.
La diseñadora quiso recrear el sabor de las melodías del citado intérprete. Para ello, adecuó bolados en encajes propios de los trajes del porro, la cumbia y el fandango, con un corpiño enterizo hasta la cadera, del cual pende una falda semi-rotonda lograda en figuras de filigrana.
También deja ver una paleta en tonos cálidos, propios del atardecer caribeño, y un bordado artesanal con lentejuelas de cuero en formas de flor y centros en pedrería de madera orgánica.
Todo lo anterior en cuero de cabro y res muy comercializado en la capital santandereana para la industria del calzado y la marroquinería.
Y si bien es cierto que el tema era muy costeño, lo valioso del traje de la Señorita Santander es que toda su confección se hizo con materiales típicos muy nuestros.
El bello traje brilló más con el porte de nuestra candidata, quien cumplió con la responsabilidad de representar la belleza, la pujanza y la inteligencia de la mujer de su región.
¡Así se elaboró!
El traje artesanal de la Señorita Santander, Paola Andrea Trujillo Ramírez, tiene una variedad de ingredientes autóctonos y artísticos que, al final, reflejan una majestuosa composición creativa.
Si bien cada elemento representa el ritmo caribeño, todas sus piezas fueron elaboradas con manos y materiales santandereanos.
Haciendo un homenaje a los instrumentos de viento que interpretaba el maestro Lucho Bermúdez, se tallaron un clarinete, un saxofón y una tuba en madera de pauche.
Este trabajo se realizó en Zapatoca, Santander, de la mano de una gran talladora, quien ostenta 40 años de experiencia en ese arte: Doña Noema Cadena de Bueno.
Según la diseñadora, Vicky Bautista, “este material, que es de la misma densidad del icopor, ofrece grandes formas de volumen, pero muy livianas”.
En la parte posterior se contó con un abanico, de encaje blanco, elaborado en cuero y con figuras troqueladas en corte láser como flores y notas musicales. En él reposó un ramillete de flores de Heliconia, propias de la región Caribe, elaboradas en damagua, un material que se trae del Chocó para elaborar artesanías y bolsos en cuero en la industria de la marroquinería.
Este trabajo estuvo a cargo de la artesana, Liliana Figueroa, quien trajo la tela elaborada en fique y en algodón de Ecofibras, del municipio de Curití, Santander, para las hojas que acompañan esta pieza.
Todo lo anterior se remató con unos centros de flores, diseñadas en fique, con pétalos resinados y elaborados con cuero y semillas propias del municipio del Guacamayo, Santander.
Para la parte superior de este traje artesanal se fabricó un corpiño enterizo, en piel de cabrito. Toda la estructura se confeccionó en este hermoso material maleable, suave, liviano y poroso, el cual permite traspirar y, por ende, no resulta tan caluroso. Además, este material es usado, de manera convencional, en lencería para el hogar y en la confección del calzado.
Sobre esta base se bordaron, de manera artesanal, flores de dos tamaños: troqueladas a presión con máquina y otras de manera antigua con martillo y tabla. En los centros están sujetadas con piedras de madera orgánica, generando un degrade de tonalidades rojas, naranjas y amarillas, propias del atardecer caribeño.
También se rescataron algunos detalles del traje usado por las cumbiamberas en sus bordes; este va decorado con un pasacintas dorado, atravesado por una fina cinta roja, y en sus brazos dos golas blancas en encaje, troqueladas a láser.
El reto de la fabricación de este traje artesanal consistió en volver maleable el cuero. Con él se creó, aparte del resto del vestido, una falda media rotonda descubierta en la parte frontal, con finos cordones entorchados de cuero y dos hilos retorcidos en espiral. Para ello fueron necesarios más de 350 metros, logrando una filigrana con figuras como claves de sol, corcheas, peces y olas.
Finalmente se diseñó una malla musical, la cual permitió ver el elegante caminar de nuestra hermosa reina.