Dennis Rodman y ‘sus amigos’ decepcionaron a la afición local
Arturo Gómez, un sangileño de 38 años que se deleitó con las espectaculares actuaciones de los Bulls de Chicago en la década de los 90, se llenó de emoción cuando se enteró que Dennis Rodman, el encargado de hacer el trabajo sucio en aquel mítico equipo que lideraba Michael Jordan, estaría en Bucaramanga para realizar un partido de exhibición.
La cita sería el 24 de abril, a las 7:00 p.m., en el coliseo Vicente Díaz Romero de la ‘Ciudad Bonita’ y como era de esperarse, Arturo no faltó. Pidió permiso en su trabajo para ausentarse en la tarde y viajó a cumplir uno de sus sueños: conocer a uno de los mejores reboteadores de la historia de la NBA.
Del baúl de los recuerdos sacó la camiseta número 23 que portaba Michael Jordan, con la esperanza de que Rodman se la firmara. Sin embargo, las ilusiones de este amante de la pelota naranja se fueron esfumando
El máximo escenario del baloncesto santandereano estaba abarrotado de público. Parecía que Búcaros disputaría las finales del Campeonato Nacional.
Hubo júbilo en el momento en que el gigante de 2,01 centímetros pisó el maderamen, vestido con una sudadera y camiseta, además de portar sus habituales piercings en la cara.
La expectativa fue creciendo. El excéntrico deportista, quien tuvo romances complicados con las artistas Carmen Electra y Mandona y quiso ingresar al Vaticano en un papamóvil, se sentó en el banco de emergentes, mientras el elenco de ‘sus amigos’ y Búcaros empezaron el partido. Los minutos pasaron y Rodman no daba muestras de querer jugar. Entre tanto, el duelo carecía de emociones, pues no había espectáculo. Curiosamente, las mejores jugadas llegaron por parte de los hombres de la casa, quienes terminaron ‘pintándole la cara’ a sus rivales.
En el entretiempo, el popular ‘Gusano’ entregó balones a la afición y se tomó algunas fotos con los fanáticos. Arturo aprovechó para acercarse a la baranda y apreciar a su ídolo, mientras este pasaba saludando. Llegó a tenerlo a menos de un metro. “Dennis, Dennis, Dennis”, gritó insistentemente. El jugador lo volteó a mirar. “Fírmeme la camiseta”. Pero con un gesto de pocos amigos el cinco veces campeón de la NBA continuó su camino.
Tras el desaire, Arturo se dispuso a observar el segundo tiempo, aún con la ilusión de ver en la cancha a Rodman.
Los minutos pasaban y Búcaros cada vez jugaba mejor. El quinteto santandereano desnudaba las falencias de un adversario que no oponía resistencia.
De las tribunas se empezó a escuchar, al unísono, el coro “robo, robo, robo”. Rodman no se inmutó. Ni siquiera miraba el cotejo.
Al parecer, los organizadores del evento intentaban convencer al jugador de que actuara, así fueran unos pocos minutos, para calmar a los espectadores, quienes seguían rechiflando y manifestando su inconformismo a pesar de que los encargados del sonido optaron por subir el volumen y así silenciar las voces.
No pisó la cancha
Arturo y los aproximadamente 4.000 espectadores que invirtieron 40.000 y 30.000 pesos para observar el show no podían creer lo que estaba pasando. Pagaron para ver jugar a Rodman y el jugador no pisó el terrero de juego para hacer un par de lanzamientos.
“Fue una vergüenza. Es increíble que se burlen de esa manera de la gente. Fuimos a ver un espectáculo con uno de los más grandes reboteadores de la historia y nos salieron con un chorro de babas”, sostuvo Arturo Gómez, quien esa misma noche regresó decepcionado a casa.
En la cuenta de Twitter del Indersantander, uno de los patrocinadores del certamen, se explicó que “ante las quejas del evento de Rodman, Indersantander aclara que fue patrocinador más no organizador. Big Marketing es la empresa encargada”.
Vanguardia liberal intentó comunicarse con Wilson Achuri, gerente general de Big Marketing, empresa promotora del evento, pero no fue posible obtener respuesta.