Una gran dosis en un solo lugar
La Sala de Arte del Centro Colombo Americano de Bucaramanga se encuentra, más que nunca, convertida en un espacio surrealista, donde las diversas manifestaciones artísticas de un numeroso grupo de estudiantes de último semestre de Diseño Gráfico de la UDI pudieron converger en uno de los aspectos vitales para quienes ven el mundo desde una óptica diferente: la pasión.
El Salón de Diseño Gráfico UDI 2017 Pasión y Color fue una exposición académica en que los espectadores pudieron apreciar librillos de dibujos, piezas exhibidas con el fin de mostrar el trabajo diario y comprometido de los futuros diseñadores, líderes de un proceso personal de creación que surge de sus gustos personales, retos artísticos y temas que son constantes en sus visiones de la realidad, y que se plasman a manera de bocetos. Este es el proceso íntimo y personal de seres creativos cuya realidad es una oportunidad para transformar.
Respecto de esta muestra de talento y creatividad, Hernando Ángel Madrid, director del Programa de Diseño Gráfico en la Universidad de Investigación y Desarrollo, UDI, afirma que la exposición fue “un reconocimiento a muchas horas de trabajo de los chicos de nuestro programa”, y expresa que los asistentes pudieron “encontrarse con productos de ilustración, con productos de diseño básico y con algunas propuestas de finalización de proyectos de grado”.
Esta muestra fue también un puente para invitar al espectador a reflexionar sobre la sociedad de consumo que carcome al mundo actual. La creatividad también está al servicio de la denuncia. Cuerpos femeninos que buscan que su voz sea escuchada. Sus rostros, en parte desfigurados, son muestras fehacientes de cómo los medios, con sus tentáculos, no dejan ningún espacio para la autonomía. Por otro lado, seres mitológicos también emergen en este salón para llenar de magia el escenario y llevar a los asistentes a otros mundos posibles. Las formas geométricas en los rostros femeninos dividen en pequeñas piezas la belleza como concepto relativo. Lo sublime se puede transgredir. Los artículos de consumo, más que vistos como mercancías, se fusionan en las mentes y en los cuerpos de seres anónimos que padecen el capitalismo extremo como única opción de estar en el mundo. Los íconos de la música, con sus estilos y géneros, con sus letras y propuestas, también se hacen presentes. Todo concluye en que cada objeto es digno de ser transformado y moldeado con un único fin: crear un nuevo sentido.