¡Sí lo podemos lograr!
Reconozco que siempre ‘bombardeo’ de frases motivacionales a nuestros lectores pero que, con relativa frecuencia, ellos no siempre aprenden a aplicarlas en su cotidianidad. ¡Y yo los comprendo! Es que una cosa es decir ‘qué hacer’ y otra muy distinta es lograr que esos consejos se lleven a la práctica.
Lo aclaro porque esta Página de Espiritualidad, más que una sección de ‘recomendaciones’, pretende ser un medio para que nos enfoquemos en aquello que queremos realizar; al menos sin distraernos.
Y creo que ese último punto, el de la distracción, es el que en últimas no permite que podamos ejecutar nuestras buenas intenciones.
Es evidente que la búsqueda de la tranquilidad en cada uno de nosotros es una necesidad latente. No obstante, estamos expuestos a muchos distractores externos que nos hacen trastabillar.
Hablo del autosaboteo, del parloteo interior, de la prisa con la que vivimos e incluso de la falta de fe, que se ha vuelto tan habitual durante estos tiempos.
Las decisiones que debemos tomar se confunden con las obligaciones que debemos cumplir y con nuestras inseguridades.
Y en esa mezcla nos dejamos llevar por el ‘día a día’, para luego caer en la rutina, la ansiedad y el desasosiego.
Yo creo que la vida que queremos no se puede quedar en ‘veremos’. El moldeado de nuestros sueños requiere de una gran fuerza de voluntad, de una extrema destreza y habilidad para llevarlos a cabo, además de un claro poder de decisión.
Muchas veces nos quedamos en el enunciado y no vamos más allá. Debemos tener presente que lo que hoy tenemos es consecuencia de nuestros actos. A veces trastabillamos en nuestras metas porque, de manera literal, creemos que solo bastaba con “soplar para hacer botellas”.
No es suficiente con soñar, hay que despertar y convertir esos anhelos en realidades.
¡Todo está por dentro!
Cada uno de nosotros, seamos creyentes o no en determinada religión, debemos prestarle más atención a nuestro interior.
No se trata de algo que se logre de un día para otro, pues debemos ir desarrollando un estado de serenidad que se vaya haciendo cada vez más presente en nosotros.
Esa tarea, la de revisarnos por dentro, es impostergable. Si no lo hacemos, seguiremos igual o peor y, además, iremos al vaivén de los problemas, llenándonos de más miedos y, sobre todo, defraudándonos por no lograr lo que leímos en las letras de molde.
Yo pregunto: ¿Qué tal si logramos lo que queremos?
¿Por qué no? Solo basta con concentrarnos y tener la decisión de cumplir los objetivos diseñados.
La búsqueda de la felicidad transcurre en un estado de constante dedicación y la decisión de optar por ella siempre nacerá de nuestras propias iniciativas.
Es claro que todo dependerá de darle poder a nuestra voluntad y de asumir el control de nuestros pensamientos.
Hay que dar ese primer paso, ver las cosas más claras y prácticas y, sobre todo, ponernos manos a la obra.
También hay que ser un tanto flexibles. No todo tiene que ser cuadriculado. Algunas cosas pueden cambiar sobre la marcha y no por ello debemos desanimarnos.
Diría que, por último, hay que entender el poder del momento que se vive. A veces estamos más preocupados por lo que pasó o por lo que vendrá; y en ese orden ideas no aprovechamos el presente.
En muchas ocasiones podemos dejarnos llevar por la angustia, la tristeza o la incertidumbre frente a posibles acontecimientos venideros, sin prever que tales sucesos ni siquiera ocurrirán.
Podría resumir todos estos párrafos en un sencilla frase: ¡Debemos enfocarnos!
El desarrollo de nuestras metas debe tener un mínimo grado de concentración, so pena de caer en el vacío de los distractores.
Independiente de ello, lo esencial es darnos cuenta de la invitación a revisar lo que hay por dentro, para poder proyectar una imagen más renovada y clara de nuestra vida.