¡Enfrentémosla!
Casi todo el mundo habla de la crisis, pero pocos la combaten. ¡Deberíamos comenzar a actuar más y a hablar menos!
Y es que a veces nos preocupamos más por asumir el rol de la víctima que de proponer y tomar la iniciativa de despercudirnos de esa palabra que, entre otras cosas, ‘está de moda’.
Aclaro, eso sí, que la crisis no es tan ‘mala’ como la pintan, pues ella nos sirve de termómetro para calibrar nuestras reales capacidades.
Podríamos empezar asumiendo que muchos de los problemas que nos han conducido a esa ‘angustiosa’ palabra nacieron del cúmulo de decisiones poco acertadas que hemos tomado en el transcurso de la vida y que hoy, por obvias razones, nos están pasando la cuenta de cobro.
Por otro lado, la crisis se ha convertido en la excusa para cruzarnos de brazos. Lo anterior sin contar que, poco a poco, hemos venido perdiendo la confianza en nosotros mismos.
Valga la siguiente reflexión:
Si no creemos en las posibilidades de cambio que cada amanecer nos regala, nos será más difícil superar nuestras afugias.
La alternativa para superar estas situaciones, además de la fe, es levantarnos y actuar. No podemos esperar que otros nos solucionen nuestros problemas. Debemos buscar alternativas propias y con ellas lanzarnos al progreso, al bienestar y a la felicidad.
Empecemos por no seguir haciendo lo mismo. Un rayo de creatividad nos hace abrir bien los ojos para ver nuevos horizontes.
También hay que arriesgarnos y proponer soluciones concretas a cada una de nuestras situaciones, lo cual implica asumir responsabilidades.
Al enfrentarnos a ‘situaciones límites’ nace la ‘creatividad de la supervivencia’. Así desarrollamos la capacidad de empezar a construir una nueva realidad, superando los errores cometidos o las decisiones que derivaron en los hechos que hoy afectan nuestras vidas.
Ojo: es preciso un poco de serenidad. Lo digo porque nos hemos acostumbrado a que todo es para ya. Por esa mentalidad de inmediatez es que nos vamos por la vía fácil y, al final, colapsamos.
La falta de visión y la poca estrategia no nos permiten que los frentes de acción que emprendamos tengan impacto o se sostengan a mediano plazo.
¡Dejemos de ser tan frágiles!
No más frustraciones ni resignaciones. No podemos seguir con el ‘parapeto de la crisis’ para esquivar la vida.
La condición para poner en marcha proyectos consiste en cultivar la disciplina mental y plantear objetivos sensatos. También hay que aprender a saborear cada triunfo y no esperar milagros ‘solo porque sí’.
¡Del cielo nada nos caerá!
Buscar la inspiración y creer en el talento de cada uno de nosotros serían dos de mis sugerencias finales con esta reflexión porque, aunque no lo creamos, nosotros no tenemos nada que envidiarles a los demás.