Bucaramanga
Pulso entre la razón y el corazón
Cada uno de nosotros actúa acorde con sus principios, creencias, necesidades, gustos, escalas de valores, en fin... Todos los argumentos son válidos dependiendo de las perspectivas que tengamos.
Y es bueno que eso sea así, pues contamos con formas de pensar distintas que hacen que este mundo sea diverso, amplio y lleno de miles de posibilidades y opiniones.
No me imagino un lugar en donde todos piensen igual o en el que a todos los obliguen a pensar de una forma determinada. ¡Sería aburrido y hasta peligroso!
Porque si bien todos somos iguales, se podría decir que ‘lo similares’ que somos por fuera simplemente oculta ‘lo diferentes’ que somos por dentro.
¿A qué viene el tema?
A que cada uno de nosotros siempre participa en un pulso entre la razón y el corazón.
¿Cuál de las dos fórmulas debería regirnos?
Esta dualidad es en la que nos movemos a diario e incluso vivimos enfrentados entre lo que nos dictan las emociones y lo que nos recalca la mente.
De manera precisa algunos dicen que la toma de decisiones debería tener un buen porcentaje en el uso de la razón. Para ello cada uno de nosotros requiere de mucha información y ésta en la mayoría de los casos llega viciada por el ruido del entorno en el que estamos, por nuestro escaso nivel de preparación o por la forma absurda como nos dejamos llevar por el ‘qué dirán’.
En el caso del corazón, sobre todo en el tema de las emociones, algunos suelen minimizarlas para la toma de decisiones. Yo sé que ellas son alteraciones del ánimo, que pueden ser intensas, pasajeras, agradables o penosas. Sin embargo, de ellas me gusta que reflejan el interés o las expectativas que tenemos frente a algo que nos esté ocurriendo.
Personalmente suelo dejarme llevar por la intuición, entre otras cosas, porque me resulta tranquilizador pensar que dispongo de un mecanismo que en último término me ‘advierte’ de lo que es más adecuado para mí. Sin embargo, debo confesar que ese mecanismo no me ha sido fiable al 100 %.
Por suerte para mí y para quienes saben hacer una buena combinación, junto a esta intuición siempre habrá un proceso racional que nos permitirá sopesar los ‘pro’ y los ‘contra’.
No debería existir una sobrevaloración de la razón ni un cierto desprecio por el mundo emocional. Tampoco hay que actuar solo con el corazón, sin prever las trampas en las que podríamos caer.
Las dos realidades, la razón y la emoción, tienen lugar en el cerebro y es virtualmente imposible separarlas del todo.
Total: creo que debemos actuar con lógica y al mismo tiempo darle la prioridad que se merece a la pasión. Los dos ítems son fundamentales y deben tener la misma proporción.
Considero que la razón y la emoción, por separado, se convierten en procesos que podrían perjudicar nuestro presente o nuestro futuro al llevarnos a tomar decisiones desacertadas.