Espiritualidad
La circunferencia de la vida
Todo parece un círculo. Y debe ser así, a menos de que usted quiera que su vida sea plana.
La circunferencia de la vida no es estática sino dinámica; no es un instante congelado del tiempo, sino que está en constante vibración.
Aunque no lo parezca, esa ley rige la cotidianidad. Más que palabras, lo que más me gusta del tema de la circunferencia es que en todo momento giramos: hoy estamos arriba; mañana, abajo.
Además, ese ciclo de la vida al cual hago referencia también es fundamental para poder asimilar el concepto de la muerte.
Si bien cada quien se traslada a su modo, el movimiento es la chispa de la existencia. Y ella es como un pastel redondo, el cual se divide en varias rebanadas que representan partes importantes de nuestra vida: la salud, la economía, el amor, la recreación, el trabajo, la vida social, en fin... Todas ellas conforman un solo ser y no nos podemos sentir completos si falta alguna de esas partes.
Si aprendiéramos a ver la realidad como la circunferencia que es, descubriríamos las causas de nuestros problemas actuales, encontraríamos la forma de solucionarlos y hasta podríamos indagar otros vericuetos del alma humana.
También podríamos cerrar esos círculos viciosos en los que andamos inmersos y nos daríamos cuenta de que todo es cíclico.
Eso nos permitiría no creernos más que los demás. De igual forma percibiríamos los errores, no como hechos incorregibles, sino como aprendizajes para volver a comenzar. Porque siempre que las vigas se rompen hay oportunidades para reconstruirlas.
Además, si alguien se aleja, otra persona se nos acercará.
También comprenderíamos que aunque existan círculos más grandes que otros, todos somos iguales. Y aunque para parecer más que los demás algunos se pintan más grandes de lo que realmente son, al final todos hacemos parte de la misma circunferencia.
El círculo de la vida nos deja entrever que repetimos la historia, con relativa frecuencia, porque siempre reproducimos el ayer con la misma facilidad que construimos el futuro.
También con los círculos podemos entender mejor a las demás personas y estamos en mayor capacidad para aceptarlas, tolerarlas y perdonar sus equivocaciones.
No hay que ser sicólogo para entender que nuestros conflictos emocionales, los problemas de consciencia, los miedos que nos acosan o los temores que nos asaltan comenzaron cuando
éramos niños. Lo peor es que, si no hacemos algo, ellos morirán con nosotros.
¿Se puede romper este círculo?
Aunque la respuesta es sí, de todas formas no podemos convertir nuestra vida en algo cuadrado, porque todo gira y tarde o temprano tendremos que asumir nuestra realidad.
¿A qué viene este singular tema?
A que hay que hacer nuestra vida más placentera, al menos ir al ritmo de nuestro compás y pintar círculos más amenos.
Lo anterior nos permitirá llegar al final en paz y, sobre todo, con la satisfacción de haber atravesado nuestra propia circunferencia, así ella se vea grande o pequeña.