Bucaramanga
Entre el bien y el mal
Hace poco le escuché decir a uno de esos politiqueros que hay por ahí dizque “las cosas malas hay que hacerlas bien para no dar papaya”.
¡Qué tal!
Lo peor es que más allá de ese cinismo, sé que él y unos cuantos más saben practicar al pie de la letra ese lema y todo les sale de acuerdo con sus negras intenciones.
Escuchar a ese tipo me hizo formularme una pregunta que, a lo mejor, usted también se ha planteado:
¿Por qué será que al que es ‘malo’ le va tan bien?
¿... Y por qué al que hace todo con honestidad y rectitud las cosas le salen mal?
Todos conocemos a gente que se caracteriza por ser tóxica, egoísta y hasta abusiva y, en esa misma proporción, percibimos que la vida le sonríe.
De igual forma damos fe de personas trabajadoras, entregadas a su familia y que de manera desinteresada sirven a la gente y, pese a ello, sufren a cántaros.
A veces no entendemos por qué hay tantas cosas injustas y en más de una ocasión ese asunto nos enfada.
¿Será cuestión de karma?
¿Acaso hay gente buena en este mundo pagando por las cosas que hicieron en alguna vida anterior?
Y si es así, ¿los corruptos solo pagarán sus castigos en otra vida?
Me niego a creer que vengamos a este mundo a sufrir. Pese a ello, no cabe duda que hay una injusta distribución del sufrimiento y de la percepción del éxito en este planeta.
A veces lo que más nos molesta es que todo lo terrible que le ocurre a una persona buena, además de afectarla a ella, también arrasa con sus familias y seres queridos.
¿El tiempo y la vida misma se encargarán de hacer los ajustes del caso? Es decir, ¿Al final triunfará la justicia divina?
¡Tal vez sí! Prefiero creer que tanto el castigo como la reivindicación sí llegarán. Puede ser que por nuestra ansiedad y afanes, no sabemos esperar los dictámenes del Cielo.
Si es así, podríamos confiar en que ese político que insiste en “hacer bien las cosas malas”, viva su propio viacrucis y pague en vida sus culpas.
¡Ojalá sea así!
Sé que no he respondido la pregunta inicial, pero sí creo que es mejor portarse bien, así sea solo para tener la conciencia tranquila.
También es preciso desterrar la idea de que Dios es el responsable de las cosas malas que les ocurren a las personas buenas.
Diría que debemos hacer como los labriegos, que cultivan sus huertos con entusiasmo y dedicación.
Porque, más allá del tiempo y del cansancio, nuestros esfuerzos positivos serán recompensados y, por ende, la cosecha será siempre una gran satisfacción. ¿Y usted qué opina?