Bucaramanga
Nos falta madurez
A veces nos falta madurez y por ese motivo nos vemos como seres de poco carácter e inseguros de manera extrema.
Unos somos metódicos en lo que hacemos y al mismo tiempo nos mostramos liberales o flexibles. Luego nos vemos como aventureros.
También solemos tener ráfagas conservadoras para algunas cosas, pero para otras nos mostramos irreverentes y nos creemos con el derecho de hacer locuras.
Si bien cada momento exige determinado proceder y es la situación la que realmente nos debe importar, de la madurez con la que actuemos dependerá la solución pronta y exitosa de nuestras situaciones, así como la tranquilidad y la alegría de nuestro corazón.
A los fanáticos de los equipos de fútbol, a los que siguen determinadas creencias religiosas, a los que profesan grupos políticos, a los ‘rebeldes sin causa’ e incluso a los que pretendemos dar consejos suelen faltarnos más de una gota de esta noble cualidad del ser humano.
Por falta de madurez cometemos muchas imprudencias, actuamos a la ligera y, en más de una ocasión, les hacemos daño a los demás.
La madurez nos permite plenitud. Alcanzarla es poder saborear nuestro pleno desarrollo y, sobre todo, ella nos permite gozarnos cada momento de la vida.
Lo que más me gusta de ella es que cuando la logramos, la mente y la voluntad forman un binomio perfecto y quedan en equilibrio. Por ende, nos enfocamos en lo que es verdadero y bueno.
La madurez es el camino directo a esa paz interior que tanto vociferamos los que escribimos estos temas de espiritualidad.
Reconozco que llegar a ese nivel no es del todo fácil, ni tampoco se logra de la noche a la mañana.
Sin embargo, la madurez humana es sinónimo de coherencia y ella es el tiquete perfecto entre lo que somos y lo que profesamos ser.
La evidencia externa más convincente de la madurez es la fidelidad y la responsabilidad en el cumplimiento de nuestros compromisos y obligaciones.
¿Qué tan maduro es usted?
Lo invito a que reflexione sobre ello, entre otras cosas, porque siento que a nuestra sociedad le falta aceptar muchas cosas.
No lo digo como una crítica, lo sugiero como una recomendación para entendernos más y, sobre todo, para aprender respetarnos.