Diez cosas que ellas quieren en el sexo, pero que callan
No se sienten satisfechas sexualmente y sin embargo, prefieren callar. Muchas mujeres colombianas guardan silencio ante sus maridos porque sienten temor a cómo ellos pueden reaccionar o llegar a pensar si les revelan qué desean realmente en la cama: “está muy liberada”, “dónde o de quién es que está aprendiendo eso”, “está enferma”.
No hablan porque sus cónyuges son muy machistas y no están listos para escuchar sus peticiones. Callan también porque han crecido en una cultura patriarcal donde todo lo relacionado con el género masculino predomina y eso ha conllevado a que no expresen sus deseos, pensamientos y sentimientos. Se les enseñó a ser sumisas y complacientes. (Lea también: 10 fantasías sexuales que ellos tienen pero reprimen: ¿Por qué callan?)
Guardan silencio porque la cultura judeocristiana ha tenido el sexo como un tema tabú, pecaminoso, de restricciones y se ha visto como algo impuro la expresión de las necesidades sexuales más básicas.
Con la ayuda de Ana Cristina Mallarino, psicóloga-sexóloga, terapeuta de pareja; Linda Teresa Orcasita, psicóloga, magister en familia, investigadora y docente de la Universidad Javeriana; el médico urólogo Juan Carlos Rengifo Bernardi, adscrito a Coomeva, y la psicóloga María Liliana Álvarez, especialista en sistemas humanos, se elaboró el decálogo de los deseos sexuales femeninos más comunes que ellas callan.
Más besos y caricias. La expectativa de las mujeres está más centrada en sentirse deseada y amada con ternura. Un acercamiento sexual debe estar acompañado de besos y caricias en todo el cuerpo, de la cabeza a los pies, no centrada en una misma parte. Ellas quieren ser acariciadas en sus zonas erógenas: detrás de la oreja, en el cuello, la espalda, los glúteos, las piernas... Y que su pareja no recorra su cuerpo de forma predecible. Necesitan, sobre todo las casadas, que los besos no pasen a un segundo plano, ya que muchas veces sus maridos creen que besar con pasión y de forma constante durante la relación es más para la conquista o los primeros años de matrimonio.
No ir directo al grano. De las quejas femeninas más frecuentes esta: que los hombres, apenas iniciada la ‘acción’, dirijan sus manos al busto, a la cola o a los genitales de su mujer. Ellas desean ser accedidas de otra manera: que les digan frases que reafirmen el vínculo afectivo, algunas incluso, les gustan las palabras subiditas de tono; que les hagan masajes eróticos sin que se involucren necesariamente los genitales; besos en diferentes zonas del cuerpo... La mujer quiere más intimidad emocional.
Sexo oral. Estudios han concluido que al 80 % de las mujeres les gusta recibir sexo oral y algunas no lo piden, pensando que para ellos es incómodo. Muchas veces la mujer experimenta más placer en la relación bucogenital que en la penetrativa. Eso es algo que muchas callan por el modelo patriarcal que predomina, donde ellas están más en función de brindar placer que de recibirlo.
Juguetes y filmes eróticos. La mujer requiere estar muy excitada antes del acto sexual y para eso necesita de mucho juego previo. De ahí que muchas deseen proponer juguetes eróticos, pero muchos hombres se sienten amenazados, por ejemplo, con el vibrador y les reclaman: “¿Es que no soy suficiente para ti?”. “¿No te sirvo?” “¿Necesitas un objeto para poder sentirte bien?”. Incluso, muchos por su falta de educación sexual, las tachan de enfermas. Se ha evidenciado últimamente que ellas son consumidoras de películas eróticas que las inspiran y estimulan.
Estimulación. Más del 75 % de las mujeres requieren la estimulación del clítoris para alcanzar el orgasmo. Los hombres, en general, muy poco hacen este tipo de estimulación que es tan importante para la satisfacción sexual femenina. Es bueno que ellos sepan que la zona más sensible de la mujer no está en la parte más profunda de la vagina, sino en su zona externa, en la llamada plataforma orgásmica (cara anterior de la vagina).
Que no sean egoístas. Que no piensen solo en su propia satisfacción, les gustaría a muchas decirles a sus cónyuges. Es que muchos no comprenden que ellas para llegar a excitarse necesitan de 10 a 20 minutos. Como el hombre puede lograr la excitación en menos minutos (dos o tres) no hace el juego sexual previo y llega a la eyaculación muy rápido dejando a la mujer sin orgasmo e insatisfecha. La mujer, dice un especialista, debería tener 4 o 5 orgasmos antes de que el hombre tenga uno. Si el hombre ha tenido un orgasmo rápido cuenta con alternativas para satisfacer a su pareja: acaríciela, hágale sexo oral o ayúdese con juguetes que se colocan en zonas erógenas para llevarla al clímax.
Autoerotismo. La mujer no debe sentir que autoerotizarse sea pecaminoso. Es la mejor manera de reconocer su cuerpo, sus zonas erógenas y así orientar a su pareja sobre los puntos donde más siente placer.
Sexo en lugares públicos. Este deseo no es un pedido exclusivo de los hombres, también en algunas mujeres esta es una práctica de excitación extendida.
Que las dejen gemir. Hay mujeres que quieren que sus parejas las dejen gemir a su antojo porque eso las excita. Pero no hay que exagerar, porque a algunos hombres les molesta la exagerada demostración de que sienten placer.
Que no se duerman. Detestan las mujeres que los hombres se duerman una vez hacen el amor. Ellas necesitan un hombre que tenga un comportamiento cariñoso en ese momento. Que a pesar de sentirse cansado, ellos pierden mucha energía durante el orgasmo- la acaricie, la mire, le diga frases bonitas, que se interese porque ella no se sienta frustrada.
Hablen del tema
Sinceridad. Hay que construir un vínculo de sinceridad que los lleve a comunicarse y a ver el sexo como fundamental en la relación, porque el amor sin pasión, sin sexo gratificante, rápidamente muere.
Preferencias. Tengan un momento en la intimidad para hablar de sus preferencias sexuales, de lo que necesitan, con qué frecuencia o el ambiente que requieren para tener una relación sexual. Y de temas como las dificultades que tienen por la asepsia: los olores, el rasurado en ciertas zonas, el excesivo baño o no, etc.
Preguntar. La comunicación sexual es vital. Cada uno tiene que aprender a decir lo que le gusta, lo que quiere, pero de manera sutil y ver cómo el otro responde. Por ejemplo, puede decir: ¿Amor, tú que opinas si hacemos esto....” o “¿por qué no vamos a una tienda de sexo? ¿Qué tal si compramos algunos aceites?”
Compartir. Es importante compartir las fantasías sexuales en pareja porque necesitamos decir lo que queremos sin temor a que el otro se sienta agredido.
Consensuado. Debe tener mucho conocimiento sobre su propia sexualidad, porque si usted reconoce bien sus zonas erógenas, si sabe qué le gusta y qué no, sabe qué va a permitir y qué no. Hay gente que termina cediendo a los deseos de la otra persona solo por demostrarle que la ama y puede acabar experimentando violencia sexual y no saberlo. La violencia sexual tiene que ver con aquello en lo que yo no me siento de acuerdo y que están haciendo sobre mi cuerpo, porque finalmente mi cuerpo me pertenece a mí y no a la otra persona.