Revista Nueva
Mabel Lara, la mujer tras bambalinas
Por ahí dicen que “el valor no es la ausencia del miedo, sino la conquista de este”, y si hablamos de valor, miedo y conquistas, la vida de Mabel tiene capítulos enteros dedicados a estas palabras.
De las conquistas de su vida profesional, por ejemplo, conocemos casi todo: el aguerrido carácter que la mantiene en la reportería, labor que la llevó a lugares tan inhóspitos como lo fue Haití días después del terremoto o Buenaventura, con un grave problema de paramilitarismo y bandas criminales. Y la constancia que le permitió ganarse la credibilidad del público, y de paso, tres premios India Catalina como mejor presentadora de noticias.
Nada más con estos hechos sería fácil suponer que una mujer así no le teme a nada, que todo lo tiene resuelto o que es dueña de súper poderes. Sin embargo, cuando habla de su maternidad, la exitosa y temeraria periodista se humaniza completamente y deja ver que ella, al igual que todos nosotros, también siente miedo.
“Al principio me negaba a reconocer que le tenía mucho miedo a la maternidad, pero en el fondo me di cuenta del llamado que tenía y que siempre negué, así que me preparé enteramente. Creo que nos pasa a muchas, no solo por asumir un nuevo rol, también porque ya no somos las mujeres que solo se dedicaban a tener hijos. Ahora tenemos que ser buenas mamás, buenas profesionales, buenas amantes y además de estar listas para correr, tener en cuenta que detrás de nosotras hay varias que nos pueden quitar lo que ya hemos ganado”.
Además de haber superado el reto de ser madre y trabajar muchas horas al mismo tiempo, Mabel está por empezar una maestría en Políticas Públicas, tiene un proyecto con el Instituto Colombiano de Bienestar familiar y está convencida que más allá de abrir las puertas de una fundación con su nombre que respalde sus iniciativas sociales, lo ideal es apoyar a personas que ya están trabajando en los temas que le apasionan tanto, como la situación de vulnerabilidad que atraviesa una gran cantidad de niños en Colombia.
Volver a nacer
- Te separaste de tu esposo un tiempo y luego regresaron con la idea de ser padres. ¿Cómo fue esta experiencia? Algunos no creen en las segundas partes…
Cuando nos casamos yo sentía el miedo de que me había casado muy rápido, que me faltaba vivir… Cuando me separé y salí, supuestamente a vivir, me di cuenta de que no podía ‘alzarme la bata’ porque tenía los mismos principios y no era esa persona que creía que podía ser. Entonces regresé con mi esposo, fundamentalmente porque quería que él fuera el papá de mis hijos, y él a su vez quería que yo fuera la mamá de sus hijos.
Fue una decisión fantástica y valiente. Para muchos, las segundas oportunidades no funcionan pero para nosotros sí, porque nos dimos cuenta de lo valiosos que éramos, lo que habíamos crecido juntos, cómo nos habíamos complementado y, algo fundamental, nos admiramos y respetamos mucho.
- Muchos piensan que es complicado trabajar en el mismo campo del esposo. En tu caso, él trabaja detrás de cámaras y tú delante… ¿es más complicado todavía?
Hay algo muy bello en esta relación y es que él entendió que la estrella soy yo. Y es muy chistoso decirlo así, porque los hombres a veces compiten con las mujeres y quieren ser los protagonistas. Pero él se convirtió en mi sostén, es como si dijera: ‘tú afuera vas a brillar y yo voy a ayudarte’. Porque a puerta cerrada sabe que sigo siendo la misma que conoció en Cali y con la que recorrió el suroccidente colombiano. Además nos une el tema de ayudar a los demás.
Entonces, cuando ponemos todo eso en la balanza, a propósito de nuestra decisión de volver, entiendes que puede encontrarse mucha gente afuera, pero el príncipe azul está adentro. Y el tiempo pasa, y tienes que preguntarte si compartes con esa persona lo esencial. Si no es así, y tienen puntos de vista sobre la vida muy diferentes, ¡no improvises! Pero en lo esencial nosotros nos encontramos.
- A propósito, ¿cuál es tu esencia?
Soy muy tierna, soy una mujer de contacto físico, muy querendona. Y creo, más allá de la moral y los principios, en que lo que haces se te devuelve para bien o para mal. Y en esa medida soy la misma de siempre, porque nunca he pasado por encima de nadie para estar donde estoy. Me la he guerreado, pues no ha sido fácil, pero me he divertido en el proceso.
De la fama, la maternidad y otros territorios
-Dicen que las presentadoras de noticias son personas solitarias porque no tienen tiempo para su vida privada. Tú, hasta el momento, has logrado romper ese molde.
Es muy cierto. Si te pones a analizar, la mayoría están solas o tienen segundos y terceros matrimonios, porque es muy complicado por los tiempos. Pero no sé, creo que entendí que más que buscar el éxito estaba buscando sentirme realizada. El éxito es instantáneo, pero te sientes realizada cuando te cuestionas: ¿eres feliz haciendo periodismo?, ¿eres feliz siendo madre? Y como la respuesta es ‘sí’ a las dos preguntas, entonces tienes que tener tiempo para todo.
Eso es sentirse realizada, ya no busco el éxito porque eso te exige ‘no hay tiempo’ o ‘quiero estar en todo’. Y entendí que no tengo que estar en todo, que mi carrera ha sido gota a gota y que ya estoy cosechando lo que sembré. Ya soy una mujer realizada, ya lo logré.
- Pero hay momentos duros. Por ejemplo, te fuiste a cubrir el Mundial de Fútbol cuando tu hijo tenía seis meses. ¿Cómo fue ausentarse de casa tantos días?
Fue muy duro y esa es siempre la disyuntiva de la profesional que es mamá. Pero cuando tu tribu (se refiere a su esposo y familiares) te acompaña, puedes hacer cosas maravillosas. En este caso me fui 45 días de mi casa y te cuento que Colombia hacía un gol y yo lloraba…
Cualquier profesional hubiera querido ir porque cubrir ese evento es un premio, así como fue un premio que naciera mi bebé. Pero cuando Luciano tenga 20 años y esté en Londres, me va a decir: ‘Hola mami, tengo que colgarte porque estoy con mi novia’ y yo no voy a pensar: ‘Ay… y yo que no fui al mundial’.
Lo cierto es que logré hacerlo porque esa tribu me ayudó inmensamente. Y Luciano ha sido tan generoso, que entiende que esta es la mamá que le tocó. Ellos se crían como uno los cría.
- ¿Qué cosas son sagradas en tu espacio como madre e hijo?
Siempre dije ‘no voy a tener hijos porque no quiero que los críe la niñera’. ¡Y explícame lo siguiente: ¿cuando trabajas, quién cría a los niños? Pues la niñera! Entonces, ¿por qué te mientes? La cuestión está en buscar una persona solidaria, y mi niñera es mi mano derecha también.
Pero leerle a Luciano es sagrado, al igual que darle el desayuno y la comida y acostarlo a dormir. Él sabe que mamá trabaja todo el día y mantiene muy ocupada, pero que siempre llegará a acostarlo. El mundo ya no es como antes, ¿así que por qué los vamos a preparar para la mentira si las mujeres ya no estamos 24/7 con los hijos?
- Estás acostumbrada a hacer reportería. ¿Hay algún tema que prefieras no tratar o dejar de hacer desde que eres mamá?
El hecho de ser mamá me hizo más consciente. Por ejemplo, estás diciéndoles a millones de personas que una niña fue violada por su papá. Y tú, como mamá, piensas: ‘¡Uy, cómo así!’. Te da conciencia del oficio. Pero profesionalmente sigo siendo exactamente igual.
- Hace poco se publicó un ranking que mostraba en qué países del mundo era más fácil ser mamá. Colombia quedó en el puesto 79 de 175. ¿Qué tan difícil ha sido para ti?
Tengo un proyecto con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el tema en Colombia es tenaz. Somos más o menos 47 millones de personas, de los cuales aproximadamente hay cuatro millones de niños entre los 0 y 5 años. Dos millones y medio de ellos son vulnerables; es decir, los han abandonado, no los quieren o los regalan… Situaciones que a uno, como mamá, nos obligan a decir: ‘no puede ser’.
En el trabajo social me he dado cuenta de que hay mucho por hacer y por aprender, y en ese aprendizaje viene el cuestionamiento: ¿qué le estoy dejando al mundo? A mí, en veinte años, tal vez la gente me recuerde por presentar noticias, pero mi legado es Luciano. Y hay una gran responsabilidad en la crianza de los niños y una gran responsabilidad en Colombia para entender qué está pasando con la niñez, porque no lo hemos logrado.
- Y desde ese trabajo social que realizas, ¿qué lectura encuentras sobre lo que planteas?
Uno se pregunta: ¿Y esto para dónde va? ¡Pues para ningún lado! Colombia no tiene las condiciones para apoyar a las mamás, porque en los trabajos no te permiten el tiempo para amamantar, no están cerca los jardines como en otros países y la incapacidad laboral es de tres meses, cuando en otros lados es de un año. Así que, sí señora: somos unas verracas.
Pero como nuestros hijos hay otros, y esos niños no tienen ni papá ni mamá. Entonces mi decisión es, hasta ahora, tener a Luciano y más adelante adoptar a un niño, si me lo permite el sistema. Y si no, hay un proyecto bellísimo llamado Mamá Sustituta, a través del cual les podemos dar amor a muchos niños mientras son adoptados o se resuelve su situación.
- ¿Crees que como madres también podemos pedir espacios en nuestros trabajos para hacerle contrapeso a lo anterior?
Claro que sí. Primero, acá ninguna mujer nos ha defendido en el Senado ante la voracidad industrial, y ¿cómo crees que está un bebé a los tres meses cuando terminas tu licencia? Está comenzando. Este es un país indolente ante esos temas y desde allí comienza el problema de desestructuración familiar.
Yo ahora no trabajo lo que trabajaba antes y peleo por mis espacios libres, porque mi hijo sí es mi proyecto de vida.
En el país del arcoíris
- ¿Qué tan cierto es lo del racismo hoy día? ¿Crees, por ejemplo, que te fue más difícil llegar a donde estás por ser negra?
No, creo que mi gran bendición es que soy negra, porque de lo contrario sería una más. Recuerdo que una gran directora me decía: ‘Eso es secundario’. Y yo pensaba que para mucha gente que me ve no lo es, es distinto. Pero creo que ya pasamos el esnobismo, ya superamos la etapa de ‘la negra de las noticias’, ahora es la periodista; eso es clave y creo que hacia allá dirijo mi carrera.
Colombia es mojigata frente al tema, pero también cada vez más abierta. A mí no me tocó la época de mi mamá. Ella hizo el camino para que yo estuviera aquí. Ilia Calderón hizo el camino para que yo estuviera aquí. Y aunque cuando llegué a los medios fui Mabel Lara, la negra, espero que a las que lleguen ya no les pase lo mismo.
- ¿Qué es lo más difícil de manejar cuando tienes visibilidad y éxito?
Que no te perdonan una. Me pasó algo muy curioso cuando gané uno de los India Catalina: a la semana siguiente tuve una caída tenaz por un tema de desconcentración. Imagínate que mandé a comerciales y me reí, y veníamos de una noticia súper trágica. No sabes cómo me atacaron en redes sociales. Y entonces pensé: ‘Claro, al palo que más da frutos, más le tiran piedras’.
Pero tal vez lo más duro de realizarse es pensar: ¿y ahora qué? Pero cuando tienes un hijo, te das cuenta de que el tiempo pasa, que no tienes los mismos años, que ya no es tan fácil bajar de peso. Entonces empiezas a entender que estás madurando y que tu profesión debe llenarte. En mi caso me siento feliz por lo hecho hasta acá, pero creo que puedo dar más y por eso sigo haciendo reportería.
- Muchas personas desisten ante tal ritmo, se enferman, se deprimen… ¿Qué te mantiene tan fuerte al pie del cañón?
Creo que saber que hay un poquito más para dar, que no he llegado al tope. Si no, ya me hubiera retirado y estaría haciendo otra cosa. Porque no quiero vivir el descenso, sintiendo que se me va la vida. Así que mi búsqueda, ahora que ya estoy realizada, va más por lo social, trabajar con gente que tenga fundaciones para empoderar a las mujeres, a los niños, a las comunidades. Y por eso voy a estudiar una maestría en Políticas Públicas.