Todo tiempo pasado
Parte del fervor se originó en que la fuente de cabecera para estar informado era la revista deportiva argentina El Gráfico. Como se imaginaran las crónicas que hacían seguimiento de la selección gaucha no eran precisamente un monumento a la mesura y humildad y, como consecuencia, mi joven corazón hizo inmediatamente héroes al arquero Fillol, al superdefensa Pasarella, al elegante Ardiles y por supuesto al goleador: el Matador Mario Kempes. Pero lo más emocionante era salir al expendio de revistas a comprarla. Como no se producía en Colombia y su importación era toda una odisea no era fácil conseguirla y llegaba con retraso. No era inconveniente, porque se aprovechaba para compartir con el dueño de la tienda amenas conversaciones llenas de calor humano y pasión futbolística.
Para este mundial no hubo tal aventura y simplemente con el click del frio computador podía ver El Gráfico por internet (ya de por si un milagro que la revista exista después de tanto tiempo y los cambios que se han dado en la industria de los medios de comunicación). De encima podía consultar los diarios deportivos españoles As y Marca con lo cual toda emoción se iba perdiendo por el síndrome de exceso de información. No sé si a mi nostalgia ayudó el que me puse a pensar que para aquella época no existían los correos electrónicos, el Messenger, el Facebook ni el Power Point. Mucho menos los celulares y los sofisticados Blackberrys. Los CDs ni me los imaginaba y ni que decir de la maravilla del I-Pod.
Contribuyó a mi angustia pensar que para mi hijo, Santiago, toda esta evocación del pasado se le haría extraña ya que para él todas estas maravillas de la tecnología son pan de cada día. Pero reflexioné que más cambios habrán de venir y cada vez con menores intervalos de tiempo así que Santiago vivirá también su momento de cuestionarse si todo tiempo pasado fue mejor. Pensándolo bien, qué bueno haber vivido los cambios, y que viva España.
