Después de 35 años hubo emotivo reencuentro familiar
Cosas de la vida, de las que no quiero entrar en detalles, nos separaron. No sabía nada de ellos. Todos los años pensaba en venir a buscarlos, pero me daba miedo, porque en realidad todo ha cambiado, dijo Graciela.
Sus padres, ya entrados en años, viven en el municipio de Oiba, Santander. Ellos la daban por muerta. Desde que se fue, 35 años atrás, no volvieron a tener noticias de su hija.
Sin embargo la tecnología haría que ellos se juntaran de nuevo. Una de mis hijas me dijo que escribiéramos un correo a la página web de la Policía Nacional.
En efecto eso hicimos. Contamos nuestra historia, y qué sorpresa, cuando a los pocos días nos respondieron que los habían encontrado, recordó Graciela.
Es verdad, son ellos
Luego de ubicarlos vino la confirmación de lo que parecía imposible. Por medio de una llamada telefónica llegó el primer contacto.
Le pregunté el nombre, el de mi mamá y el de mis tías. Me parecía imposible poder escucharlo. No se imagina lo que sentí, señaló Graciela.
Faltaba el reencuentro personal. Y para ello no perdieron tiempo. Ayer, Graciela y su esposo, a quien ella conoció en Venezuela cuando tenía 20 años y con el que hoy tiene tres hijos de 19, 23 y 28, años, emprendió viaje desde Mérida.
Lo propio hizo el padre, la madre y algunos de los hermanos de Graciela, que salieron ayer desde Oiba.
El punto de tan anhelado reencuentro se dio en las instalaciones del comando de la Policía Santander. Allí, cuando el reloj marcaba las 7:30 de la noche, Graciela lloró y se fundió un largo abrazo junto a sus padres.
Están gorditos. Creo que al volver a verlos volví a nacer, mañana (hoy) día del amor y la amistad, todo se multiplica, Nunca es tarde cuando la dicha llega. Gracias a Dios y a la Policía Santander, gritó Graciela, agarrada de la mano de sus padres.
Hoy en la mañana toda la familia viajará al municipio de Oiba, donde empezarán a tejer los recuerdos de 35 años que permanecieron separados.
