Asesinan mujer de 29 años con arma blanca en Piedecuesta
En una tragedia se convirtió la muerte de Rosi Dayanna Delgado Cancino, de 29 años. A pocas horas de su muerte, su mamá, Isabela Cancino, perdió el aire y las ganas de vivir, y tuvo que ser trasladada de urgencia a una clínica.
Familiares y amigos que aguardaban en la entrada de la vivienda donde ocurrió el crimen, en el barrio Bellavista de Piedecuesta, no podían contener las lágrimas. La tristeza se menguaba con uno que otro cigarrillo y un café frío.
No había tiempo de pensar en nada. Lo único que daba vueltas en la cabeza de la familia era “¿por qué ese hombre mató a Rosi de esa manera? ¿Qué lo motivó? Ella no se merecía esto”. Nadie esperaba la llegada sorpresiva de Julio Delgado Cancino, uno de los cuatro hermanos de Rosi. El joven taxista descendió del vehículo amarillo con la esperanza de que todo había sido un mal sueño, y que Rosi estaba simplemente herida.
La sorpresa para el hombre, que vestía una camisa verde y un pantalón caqui fue tal, que se derrumbó en los brazos de otro hermano y lloró como lo hace un niño. No pudo ingresar a la vivienda. La Policía lo detuvo. “Es la escena del crimen, nadie puede pasar”, le respondió el uniformado.
No faltaron brazos para consolarlo. Tampoco hicieron falta voces de aliento para esta familia. Sin embargo, cuando la Unidad de Levantamientos del CTI de la Fiscalía bajó con el cuerpo de la mujer, madre de dos niños de 3 y 9 años, el mundo se le vino encima a los Delgado Cancino.
“La violencia contra las mujeres cada día está peor. Hoy día no se sabe qué es mejor, si permanecer sola o estar acompañada”, dijo Carmen A. Castro, una vecina que presenciaba la tragedia de la familia.
Y es que ella tiene cientos de argumentos para repudiar lo que le ocurrió a Rosi Dayanna, quien vivía en la zona hace una semana y llevaba tan solo cinco meses de convivencia con su presunto asesino.
La hija de Carmen, Yeinni Raquel Romero Castro, de 34 años, murió hace nueve meses a manos de su compañero sentimental, quien le propinó 20 puñaladas, al parecer, en medio de un ataque de celos.
“Aún espero que lo condenen”, aseguró la mujer.
Rosi recibió 10 puñaladas. Su tía Giomar Delgado, narró que la joven tenía el pecho destrozado, que el homicida no quiso dejar ni el menor rastro de su belleza y carisma, para el recuerdo.
“¿Venganza, rabia, celos? No sabemos qué paso. Lo único que queremos es que se haga justicia y que el asesino pague por lo que hizo”, aseguró la familiar.
Quiso escapar
Horas antes de la muerte de Rosi, según narró su familia, la joven se encontraba con su pareja y un amigo en la vivienda tomando cerveza.
Cuando el amigo de la pareja salió a comprar más trago, fue que el agresor le quitó la vida a Rosi en la cocina del apartamento donde vivían.
Ensangrentado, trancó la puerta de entrada de la residencia y se dio paso en medio de la mirada de los vecinos del sector, quienes no se explicaban por qué huía manchado de sangre.
Algunos lo vieron enterrar un objeto debajo de un árbol de guayaba, pero nadie lo siguió.
Sin saber lo que había ocurrido, el amigo de la pareja regresó con las cervezas y notó que el apartamento estaba cerrado. Fue entonces cuando un vecino alertó que algo había ocurrido en la casa, pues vieron salir al atacante.
Familiares de Rosi Dayanna llegaron al apartamento y lograron abrir la puerta. Allí estaba el cuerpo de la joven. Su tía Giomar asegura que tenía una pulsera de su pareja empuñada en una de sus manos.
“Tal vez se la arrancó cuando el tipo la atacó”, dijo la mujer.
Desesperados por lo ocurrido, algunos familiares publicaron una foto del supuesto homicida en el Facebook y alertaron a las autoridades. Ellos no sabían que el asesino se había comunicado con la Policía y que había confesado el homicidio. No obstante, no dijo la verdad. Aseguró que mató a una mujer en el barrio Buenos Aires, y no Buenavista, y que fueran por él, porque se encontraba en el barrio El Molino.
Finalmente, las autoridades dieron con el paradero del victimario. El obrero de construcción de 34 años estaba escondido en la casa de sus padres, en el barrio El Refugio, donde fue capturado. Aún se desconoce por qué asesinó a Rosi y si estaba en estado de alicoramiento.
En otros hechos
Como Carlos Esneider Quintero Leal de 17 años fue identificado el joven que murió el sábado en el Hospital Universitario de Santander, HUS, luego de recibir varios impactos de bala en un hecho que sigue siendo materia de investigación por parte de las autoridades.
Según narraron sus familiares, Quintero Leal terminó de jugar un partido de fútbol en la cancha del barrio Café Madrid el pasado viernes, cuando fue atacado.
Sobre el hecho existen varias versiones. La primera indica que el joven quiso defender a una menor que estaba siendo agredida y fue entonces cuando recibió los disparos. Sin embargo, otros testigos aseguran que dos hombres encapuchados llegaron en una motocicleta y le dispararon.
La Policía Metropolitana asegura que la muerte de Quintero Leal se produjo, al parecer, por un ajuste de cuentas entre menores.
Luego de recibir los disparos, Carlos Esneider Quintero Leal fue trasladado al HUS. No obstante, los proyectiles le afectaron órganos vitales y finalmente, a las 5:00 de la tarde del sábado, falleció.
El joven no estudiaba. Vivía en el barrio Bavaria II, también en el norte de Bucaramanga.
Según el testimonio de una de sus familiares “era un muchacho inocente, con tantos anhelos de estudiar y de vivir, de ver a su familia unida, pero con la fatalidad le acabaron la ilusión”.