El surgimiento de grupos y movimientos de ultraderecha, que incluso hacen apología al nazismo, viene cobrando un inusitado auge en Europa, con un discurso nacionalista que erosiona el tejido social del Viejo Continente.
Casi una decena de gobiernos en Europa ya cuentan con fuerzas de la derecha radical, en el bando de la oposición, aprovechando el desencanto de la población que considera atractiva la retórica xenófoba, euroescéptica y populista.
Países como Italia, Alemania, España, Grecia, Austría, Bulgaria, Hungría y Polonia, han comenzado su viraje hacia la extrema derecha. Y la tendencia es al alza, ya que los gobiernos, lejos de plantar cara a su avance, han copiado el discurso e incluso han replicado algunas de sus políticas, tal como ocurre en Finlandia o Suecia.
Migrantes, gitanos, musulmanes, judíos y otras minorías han manifestado su preocupación por esta ola de la extrema derecha, aludiendo a viejos resentimientos étnicos y religiosos que se creían ya superados en Europa.
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Pero en su defensa, estos movimientos insisten en que no están promoviendo el odio esgrimiendo el argumento del nacionalismo.
Aunque son grupos que tienen sus matices y en cada país se representan diferentes, Angelo Flórez, internacionalista y profesor de la Universidad Santo Tomás de Bogotá, señala que tienen elementos en común: nacionalismo, soberanismo, enemigo de la migración masiva y rechazo a la Unión Europea (UE).
Y toda esta suerte de problemas de convivencia con migrantes, minorías y atentados terroristas, según Mauricio Jaramillo-Jassir, analista de política internacional, ha sido muy hábilmente aprovechada por algunos políticos para salir a decir que ha fracasado la multiculturalidad, de una Europa diversa con un modelo que debe organizar la diferencia en sus sociedades democráticas.
“Menos vulnerables”
La mejor expresión de ello, anota Jaramillo-Jassir, es la existencia de partidos ultranacionalistas en Grecia (Amanecer Dorado), España (VOX), Alemania (AfD y Pegida) o Francia (Frente Nacional) “que han promovido esa idea frente a la Unión Europea para hacernos menos vulnerables y para no sacrificar nuestra cultura”.
Lo que observa Hugo Fernando Guerrero, docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de La Salle, es realmente un fenómeno que surge desde la base social, y desde allí empiezan a emerger estos líderes.
“Ellos empiezan a hilar sentimientos de decepción y rechazo con un discurso populista, ya sea de derecha o de izquierda, y cuando menos nos damos cuenta están llegando a las instancias del poder”, dice.
Lo que percibe es un debate fuerte en torno a los derechos de la sociedad en general y los derechos de las minorías.
“Muchos de los sectores mayoritarios se han visto amenazados por el otorgamiento de derechos a las minorías, como las migraciones de las crisis en Medio Oriente”, subraya Guerrero.
Declive económico
En la misma línea, el experto Jaramillo-Jassir expone que el tema económico tiene mucho que ver en esta nueva tendencia ultraderechista que va en ascenso en Europa.
Argumenta que hay países que en el último tiempo han atravesado problemas enormes, donde los planes de salvación financieros de la UE resultan ser muy impopulares porque implican recortes de subsidios, despidos masivos, mayores impuestos y restricciones en la inversión social.
Bajo estas circunstancias, es de suponer que haya millones que se sientan tentados a estas alternativas, que insiste promueven políticas contrarias a la Unión Europea y se aprovechen de la indignación social.
Además el profesor de la Universidad del Rosario advierte como esa extrema derecha, que hoy está empoderada, ha aprovechado ese declive económico y esa desaceleración que han vivido varios países en Europa.
Igualmente el docente Flórez llama la atención sobre estos movimientos radicales que surgen contra los partidos tradicionales, precisamente por cuenta de la crisis económica de 2008, que marcó un descontento generalizado en toda Europa.
En tanto, en el caso específico de Europa del Este, el docente de la Universidad Santo Tomás describe que son sociedades que terminaron traumatizadas por el tema socialista y cuando se abren a la democracia, entonces tienen gobiernos de centro derecha que luego se hacen impopulares.
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Y es así como “van creciendo los movimientos donde la herencia cristiana pesa mucho, dándole fuerza a esos movimientos radicales de derecha, como por ejemplo en Hungría, o en Polonia”, destaca Flórez.
A esto se le suma, según Jaramillo-Jassir, que son países que recuerdan el legado soviético y alemán, que han tenido una historia de ocupación y de influencia importante, “por lo cual la promoción de valores desde afuera es un tema muy sensible”.
“Se ve en países como Polonia y Hungría, casos claros de heridas del pasado que no cerraron, la libertad les costó mucho”, resalta el analista en política internacional.
Así que no descarta que sigan apareciendo estos movimientos en todos los estados europeos, lo que plantea una seria amenaza para la integración de la UE. Pero dice que es precisamente el juego de la democracia, teniendo en cuenta que ya han surgido en países con mayor tradición liberal, caso Alemania y Francia.
Flórez agrega en ese sentido que el fenómeno no es exclusivo de Europa, está pasando también en América, lo cual le resulta inquietante pues es un discurso cargado de odio: odio a los migrantes, odio a las minorías, odio a la Unión Europea, odio a los movimientos ambientalistas. En últimas, el mensaje oculto de su discurso.