Carro sin conductor, el plan ambicioso de Google
Imagine por un momento una ciudad sin accidentes de tránsito, sin borrachos al volante, sin muertes, sin congestiones, con sistema de control de tráfico ordenado, limpio y agradable.
Suena como la ciudad de los sueños, del futuro, en donde de manera autónoma los vehículos sin necesidad de ser operados por humanos, desplazan a la gente a los hogares, a los sitios de trabajo de manera segura, siendo programados para ser prudentes y preservar la vida humana.
Un vehículo que se conduce solo suena muy futurista pero ya es una realidad. El carro de Google ya está rodando en algunas calles de Estados Unidos transportando personas que, según un experto en tecnología, están siendo pagadas por Google para que se suban al carro y sientan que es más seguro ir en un vehículo que no es manejado por un humano.
¿Cómo se les ocurre una idea tan descabellada?, dirán algunos, ¿Un carro que se conduce solo?, se preguntarán otros. Para Google eso es cosa del pasado y es la innovación la palabra que cubre todo este contexto. A los grandes innovadores no les preocupa que otros digan que no hay nada nuevo bajo el sol, porque su deseo es llegar a la luna.
Eso es lo que se necesita para cambiar el futuro de una empresa, una industria o incluso el mundo: el deseo de hacer lo que otros consideran imposible y una forma de pensar tan ambiciosa como querer llegar a la luna.
La idea de “apuntar a la luna” viene del famoso discurso en el que el presidente John F. Kennedy declaró que los Estados Unidos serían la primera nación en llegar a la luna. Si bien admitió que la NASA no sabía cómo iban a hacerlo, insistió en que lo harían. Y pocos años después, lo hicieron.
¿De dónde nace la idea?
Conducir es placentero, la velocidad aún más (para algunos), pero ese es uno de los mayores problemas, porque los humanos no saben controlar los impulsos, la imprudencia, la velocidad, el licor han convertido a los accidentes como una de las mayores causas de mortalidad humana.
En el caso de los automóviles de conducción automática, el problema era simple: conducir es peligroso. Más de1,2 millones de personas mueren cada día en todo el mundo como resultado de accidentes de tránsito, siendo la principal causa de muerte de personas de entre 5 y 34 años de edad.
Lamentablemente, el 93 % de estos accidentes fatales son causados por errores humanos. Es una crisis de salud pública. ¿Cuál es la solución radical? Que el automóvil, que puede ver más y reaccionar más rápido que un humano, tome el volante.
El reto de Google
Una vez identificado el problema había que diseñar la solución. Y se repite la frase Kennedy, “apuntar a la luna”, no se sabe cómo se iba a hacer pero sabían que harían. Esta es la inspiración que guía a los ingenieros de Google, que trabajan en todo tipo de tecnologías nuevas, desde lentes de contacto que controlan el nivel de glucosa, hasta globos que proveen acceso a Internet en áreas remotas del planeta y (en este caso) automóviles de conducción automática.
Dice Google en un informe que desarrollar la tecnología disruptiva necesaria para resolver grandes problemas como las muertes por accidentes de tránsito es un proceso más complicado y extenso en el que uno debe detenerse, comenzar y volver a empezar varias veces. La clave está en creer que el problema se puede resolver. De lo contrario, será difícil mantener al equipo motivado.
Google espera llevar a cabo pruebas piloto públicas de sus automóviles automáticos en los próximos años. Pero como se comprende el valor de las opiniones de los clientes, el equipo de la compañía quiso descubrir cómo reaccionarían los usuarios desde el principio.
“Apuntar a la luna” también lleva tiempo, dice Google. Se trata de tener una ambición que sea 10 veces mayor a todo lo que existe, sin olvidar que nadie alcanza su visión definitiva de la noche a la mañana. Poner ideas innovadoras en práctica es realmente dar un paso de cero a uno. Por lo tanto se puede lograr que un solo automóvil se desplace por las calles de Mountain View sin ningún tripulante, se ha logrado una innovación. La pregunta ahora es cómo escalar la innovación.