HAGASE OIR
El sofisma sobre
quien paga los impuestos
Existe un sofisma, yo creo que arraigado en todo el mundo, sobre quien paga los impuestos. En realidad el único que paga impuestos es el consumidor final. Por eso cuando cualquier gobierno de cualquier país crea un impuesto, los dueños de las empresas o negocios productores de riqueza, incluídos los mismos Estados cuando se trata de empresas estatales, su valor se lo cargan a los productos o servicios que tales empresarios venden. Las utilidades reales se calculan después de impuestos. Son estas utilidades las que permiten al empresario acumular riqueza. Tanto las utilidades como los impuestos y demás costos del producto, incluída la intermediación en el caso de los comerciantes, forman parte del precio que el consumidor final paga. En todos los países, incluídos los desarrollados, las mayorías las conforman las personas de recursos menores, pero son estas personas las que más consumen y por lo tanto las que pagan tanto los impuestos como los costos de los productos que consumen, incluídas las utilidades de producción e intermediación hasta llevarlos al consumidor final. En consecuencia, decir que se crea un impuesto para las clases más ricas es solo disfrazar la realidad mediante un sofisma de distracción, porque al final de cuentas todo termina pagándolo el consumidor final.
Reinaldo Galvis Mendieta
¡Que viva el tren!
Gracias a Dios volvió el tren a recorrer sus abandonados rieles. Y parece que fue debido a la gestión de algunos gremios y sector privado que buscan reducir los costos de los fletes. En hora buena, porque este país no puede seguir desarrollándose con sistemas de transporte no competitivos, que benefician a grandes propietarios de tractomulas con la complicidad de políticos miopes.
El tren debe llegar por lo menos a las principales capitales de Colombia, para que con su aporte apalanque el aparato productivo en beneficio de la comunidad.
Ojalá Bucaramanga tenga ese privilegio que tuvo hace más de 50 años, y por el que se pagó buena parte de la indemnización por la separación de Panamá (alrededor de US $15 millones de la época).
Héctor Ordóñez
Colombia, a punto
de quedar sin justicia
El principal problema que tiene Colombia,es su lenta administración de Justicia y como consecuencia de eso está el alto grado de “impunidad” en donde de 100 delitos que se realizan, más del 50% no es denunciado, entre otras causas porque no se cree en la justicia, ni en las autoridades. De los otros casi 50 casos recibidos, las autoridades encargadas de investigar, de encontrar al responsable y judicializarlo, demoran mucho por carecer de personal disponible y capacitado, dando lugar a que el caso prescriba, el autor se evada, oculte el producto del delito o lo transfiera, perdiendo la víctima cualquier posibilidad de reparación o de justicia. Así pasan a un procedimiento judicial menos del 20% de los casos, en donde muchos de ellos no culminan por efectos de la preclusión, prescripción y archivo. El escaso diez por ciento 10% que logra ser judicializado, ahora se ve amenazado. En el presupuesto General de la Nación para el 2017 no se contemplan recursos para el pago de los Defensores Públicos. Ante esta situación, ¿quién asumirá la defensa de las personas de escasos recursos? ¿Quiénes atenderán los turnos de URI con capturas en flagrancia? ¿Quiénes continuarán con los procesos que se adelantan en las diferentes jurisdicciones? Definitivamente así nadie necesita hacer paro, éste lo impone el mismo Estado para la Rama Judicial.
José Manuel Guaracao G.
¡Por no cumplir con
el deber cívico.....!
Esto que estamos viviendo es el resultado de no saber cumplir con el deber cívico y quedarnos en nuestras casas llenos de pereza, no respaldar el plebiscito para decir Sí a la Paz, pues ¿qué nos costaba cumplir con ese deber sagrado de votar como ciudadanos y a conciencia, y no estar pensando hoy en ocasionar más gastos a la nación y encarecer el costo de vida con nuevo plebiscito y reuniones? Fueron ignorantes los que se dejaron lavar la cabeza con mentiras que les metieron las redes sociales como un virus para acabar con dicho proceso de paz y dejarlo agonizando. Por eso tenemos que prestar todos nuestros cuidados y no dejarlo morir. Yo deseo que si esto se alarga mejor, vuelva a hacer otro plebiscito que sería menos costoso y evitar más pérdida de tiempo y gastos.
Marina Cortes de Plata