HAGASE OIR
Gobierno pantallero
y nefasto desgobierno
Estamos cansados de tanta agresión con palabrería y despilfarro de billones de pesos en publicidad y en el circo de la paz, mientras la salud agoniza con hospitales sin recursos, el cáncer de la justicia avanza con jueces incompetentes que dejan libres a los delincuentes … con magistrados que se dedican al servilismo gobiernista violando normas constitucionales elementales … aumenta el absurdo hacinamiento en las cárceles y se deteriora la salud física y mental de los presos. El deterioro moral de los jóvenes es notorio ante el nefasto ejemplo de este gobierno de que ser pillo … sí paga … de que burlarse de las mayorías que rechazaron los acuerdos con las Farc sí paga, porque el silencio cómplice de los medios es fácil de comprar.
Como si fuera poco, el Gobierno tiende sus garras sobre los bolsillos de los colombianos y comienza el coro de sus senadores áulicos a lucir su doble moral con el cuento de la lucha contra la corrupción, como si fuéramos tontos y nos dejáramos ahorcar sabiendo que su incompetencia para gobernar nos está llevando hacia una situación como la de los vecinos venezolanos.
Carlos Alberto Naranjo
Madurez sexual
y adolescencia
El mal uso de Internet; el abandono social; la desatención por parte de los progenitores; el encargar la crianza y el cuidado de sus vástagos a terceros, a personas inexpertas; el entregar sus hijos a los colegios, a los profesores como únicos tutores o tal vez los exagerados mimos protectores de sus padres, trajo muchas consecuencias.
Los digitales herederos, con todas las libertades a esa “tierna edad” ya conocen la pornografía, empiezan a descubrir su adicción a las drogas, al cigarrillo, al alcohol y por supuesto, enredan sus piernas entre sábanas y congéneres sin ningún control, sin ningún pudor.
Los jóvenes alcanzan la madurez sexual y social a esta tierna edad, a los 13 años y se transforman en progenitores.
Estos noveles papás, abandonan a sus descendientes o los dejan al cuidado de sus padres, o se atornillan en las viviendas de sus progenitores o abuelos. Allí pernoctan o permanecen toda la vida realizando fallidas intentonas por trabajar, por estudiar; con el cuidado y el auspicio de los abnegados progenitores quienes, de manera “complaciente” y “comprensiva”, les permiten que la adolescencia les llegue hasta los 80 años.
Renzo Orlando Gutiérrez R
Las ías anticorrupción
Contraloría, Procuraduría y Fiscalía son ÍAS que al corrupto debieran atacar. Si se unieran buscando anomalías la corrupción tendría que terminar. Oí las tres y están comprometidas en frenar la maldita corrupción. Si el gobierno arrecia las medidas acabaremos con esta maldición. Se fue la guerra que era destructiva y llegó la paz que trae soluciones, quedó la corrupción que es repetitiva, la que ataca en todas direcciones.
Encopetados agentes del estado inmersos viven a diario en corrupción, los que es difícil hacerlos a un lado porque gozan de alguna aceptación.
En la Cámara, Senado y ministerios la corrupción anidó calladamente, y los grandes esconden los misterios que poco a poco revelan a la gente.
El mejor castigo a los corruptos es hacerles devolver lo que robaron, en poco tiempo terminan impolutos empezando a disfrutar lo que sacaron.
Las ÍAS regionales no tienen razón de ser, deben dejar de existir por su alta ineficiencia
Hugo Fernelly González
Yo respaldo al Alcalde
de Bucaramanga
Yo respaldo a nuestro alcalde Rodolfo Hernández, basándome también en su edad porque en nuestros tiempos de crianza la honradez era como una religión, no como es la juventud de hoy que aspira a cargos políticos no con la intención de servir sino de robar, llenarse los bolsillos y no trabajar en lo que se les asignó. Yo lo animo a que siga así, doctor Rodolfo Hernández, barriendo toda la basura corrupta que ya no sirve.... por eso me incliné en las elecciones a dar mi voto por usted, porque sabía que no tenía esa clase de mañas y son los corruptos los que quieren hacerle la revocatoria del mandato porque no se ha convertido en uno de ellos. Sé que a muchos ofenderé con mis palabras, pero no me interesa porque digo lo que siento.
Marina Cortés de Plata