Cambios necesarios
Tal como se presentan las cosas, importantes aspectos como los desarrollos jurídicos o las implicaciones en el ordenamiento y planeación del Estado, mezclados en forma ligera con especulaciones en torno a los términos y el alcance de los eventuales acuerdos con las Farc, van a capitalizar el escenario político por mucho tiempo.
Se percibe una postura muy clara de la ciudadanía en favor de la anhelada paz, pero en igual forma los sondeos de opinión coinciden al revelar una actitud contraria a la posibilidad de hacer concesiones generosas a los guerrilleros. Esta posición solo será susceptible de variación como consecuencia de actos convincentes de sus buenas intenciones por parte de su organización, y a esta altura no creemos que pueda contemplarse nada diferente a la suspensión unilateral, inmediata e indefinida de sus actividades terroristas.
Si no se da este cambio en el comportamiento de los subversivos, no se estima viable alcanzar una voluntad mayoritaria en un referendo popular que se intente para aprobar lo que se pacte en La Habana. Esta circunstancia debe ser serenamente evaluada por sus dirigentes; no engañarse con el verdadero sentido del resultado del pasado debate electoral.
Así mismo, el ambiente político cada día se muestra más proclive a dejarse cautivar por la aspiración de paz como asunto central de la discusión pública y amenaza con convertirse, por extensión, en un foco de referencia para los comicios regionales que se celebrarán en 15 meses, desfigurando la escogencia acertada de eficientes y honestos administradores locales. Se requiere por tanto desligar el proceso de paz de los avatares electorales, pues tras ese justificado empeño se pueden camuflar todo tipo de intereses.
Finalmente cada vez se hace más evidente que la introducción de un facilitador externo en los diálogos sería el camino idóneo para impulsar avances; rescatarlos de arraigadas prevenciones; sugerir compromisos progresivos; avivar la confianza; y propiciar un aval efectivo de la comunidad internacional a los acuerdos, más allá de los abundantes respaldos protocolarios.