De derechos y responsabilidades
El consejero sentía que la discusión iba a terminar en lo de siempre: un largo listado de mutuas recriminaciones, agrias acusaciones y un abismo que se continuaba abriendo. Llevaban un buen tiempo tratando de encaminar su matrimonio por una senda de mutuo respeto y amor. El consejero veía en estas charlas una primera semilla hacia la reconciliación y los animaba a que continuaran manteniendo el diálogo. Pero en vez de que se mejorara el ambiente lo que se vislumbraba más bien era un muro infranqueable.
Un día les propuso una alternativa: “¿Por qué no iniciamos el diálogo de hoy hablando de nuestras responsabilidades y no de nuestros derechos?”. Al ver sus rostros de perplejidad les explico: “por ejemplo si yo te dijera a ti, esposa, que una de tus responsabilidades es ser la “ayuda idónea” de tu esposo, apoyarlo, ser fuente de sabiduría y canal para atemperar sus ímpetus y animar sus sueños; ¿cómo se desarrollaría esta conversación?”. Fijó su vista en el marido y le dijo: “tu responsabilidad es tratar a tu esposa “como el vaso más precioso y frágil”. Igualmente tu amor hacia ella debe ser tal que estés dispuesto a llegar a el sacrificio por ello”. Hubo allí un largo momento de silencio. Descubrieron que se habían acostumbrado tanto a reclamar sus mutuos derechos como pareja que habían olvidado la libertad que implica ejercer la responsabilidad de dar y servir.
Los derechos y las responsabilidades también van de la mano del poder y la autoridad. A todos nos es dado un grado de autoridad que conlleva un poder de influencia. Estamos en capacidad de ejercer nuestro poder según el derecho que nos da la autoridad o ejercerla poniendo en preeminencia nuestras responsabilidades. Así podemos descubrir que el gerente de una compañía más que el “dueño” de un poder es el buen mayordomo de la responsabilidad de generar bienestar y está llamado a rendir cuentas a todos los agentes sobre los cuales tiene inherencia. Buen polo a tierra este concepto de mayordomía para mantener la humildad y un corazón enseñable.
Leyendo las diversas noticias y revisando mis roles en casa, en mi trabajo y en mis relaciones, me hice el propósito de hacerle el esfuercito a esto de la responsabilidad y entenderla como un privilegio que nos permite librarnos del “yo” que tanto nos agobia.