El peso de la verdad
¿Qué haría usted si tuviera en sus manos información cuya divulgación llevaría a una de las mayores crisis institucionales de su país? Si de usted dependiera la honorabilidad y la carrera profesional de servidores públicos y ciudadanos comunes, ¿qué pasos daría para cerciorarse de que la información que maneja es veraz? Si la información es cierta ¿cómo la divulgaría? ¿Se la presentaría en primera instancia a la persona afectada? Si la respuesta es satisfactoria ¿daría lugar a que la persona enmiende su error? o ¿aún así la divulgaría a otras personas?
Esta semana los medios destacaron el fallecimiento de Ben Bradlee, quien por más de un cuarto de siglo fue el editor del reputado periódico Washington Post. Durante el periodo 1965-1991 Bradlee contribuyó de manera importante a posicionar a este diario como el de mayor seriedad y reputación por su trato veraz de la información, hecho que le mereció ser ganador en múltiples ocasiones del premio Pulitzer. Aún en momentos de dificultad, como un paro extenso que puso en peligro la sobrevivencia del periódico, así como en tener que rectificar la información de una de sus periodistas, Bradlee se destacó por dar a la verdad el peso que se merece.
Su prueba de fuego como editor vino con el sonado Watergate, que empezó como un simple caso de denuncia de infiltración a la sede del comité nacional del partido demócrata hasta alcanzar por primera vez en la historia de Estados Unidos la renuncia de un presidente. Efectivamente, se había probado la participación del gobierno de Nixon en un complot de amplias proporciones que incluía chuzadas, conspiraciones y todo tipo de tretas para tapar la verdad. Bradlee monitoreaba la investigación de sus dos periodistas estrellas, Woodward y Bernstein. En él, como editor, recaía la difícil tarea de ir verificando paso a paso los hechos para llegar a la verdad y decidir sobre su divulgación.
Esta historia es un buen referente para reflexionar sobre el manejo de los hechos y la “verdad” en nuestro caldeado panorama nacional. Es importante que podamos identificar “Bradlees” en quien podamos confiar que nos puedan presentar verdades sin mezquindad o doble intención. Angustia pensar que cada vez son más escasos de encontrar o peor aún, que la “verdad” perdió su peso y se volvió relativa, sometida a las conveniencias de cada quien.