Envejecimiento prematuro
Y llegó el momento que mucho me molesta de estas citas médicas: subir a la balanza. No sé porque siempre aspiro a que se me dé el milagrito de que el numero que aparece en el dial esté unos cinco kilitos por debajo de lo que con certeza va a resultar. En esta ocasión la pesa tenía otros aparatejos pegados y, como hecho novedoso para mí, el médico me dijo que sostuviera con mis manos una pequeña palanca que estaba adherida a la balanza. “Allí te va a aparecer la edad que de acuerdo con tu peso tienes”. “No tienes que mirarla” me dijo anticipando que el resultado no me iba a ser favorable.
Por supuesto no me aguanté las ganas y allí apareció el resultado: casi 15 años mas de mi edad biológica. “A algunos les aparece más” me dijo el medico al ver mi cara de desconsuelo. No me atreví a preguntarle cómo esta maravilla tecnológica funcionaba para aseverar que era 15 años más viejo de lo que soy, porque sabía que me intención de refutarlo no era más que un intento de defenderme de este “envejecimiento prematuro” que se me revelaba.
Me puse a pensar que estos 15 años extras eran en gran parte autoinfligidos. El estrés, las angustias, los excesos gastronómicos y del ego. Además, no ejercer el debido cuidado al cuerpo con ejercicio constante eran parte de la explicación. En últimas poco de dominio propio y acciones desproporcionadas. Me animó pensar que estos 15 años son recuperables si redireccionaba mis acciones y afirmaba mis pensamientos y anhelos a reafirmar propósitos nobles dirigidos a servir y no ser servido.
Por esos días apareció el libro de James Comey el exdirector del FBI despedido por Trump. Comey compara a Trump con un patrón de la mafia al que se le debe rendir pleitesía mientras Trump le lanzan epítetos subidos de tono. Al final tanto la dignidad de la presidencia como la prestancia del FBI están en entredicho. Me puse a pensar qué pasaría si pusiéramos a estas dos instituciones en la balanza. Seguramente revelaría un “envejecimiento prematuro” por las actuaciones de sus líderes, por su renuencia a entender la dignidad del cargo que ostentan. Un llamado a cuidarnos de los síntomas del “envejecimiento prematuro”.