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opinion/columnistas/carlos chaverra
Viernes 23 de octubre de 2020 - 12:00 PM

Victorias pírricas

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No recuerdo bien si la clase era de historia, pero el profe de bachillerato consideraba que la mejor forma de enseñarnos era armando debates alrededor de un tema en particular. Así que escogía a dos alumnos a que sustentaran posiciones contrarias y mediante un formato de argumentos y contrargumentos nos montaba un escenario tipo debate presidencial donde los jueces finales serian nuestros compañeros de clase.

El “ganador” era aquel que presentara mayor consistencia lógica, exactitud en cuanto a sustento cuantitativo y despertara algún grado de emoción. Se prevalecía sobre el contrario si se presentaba un contexto superior del tema objeto de discusión.

Recuerdo que me tocó defender la posición a favor del Apartheid, aquella política de segregación racial surafricana. Todavía faltaban muchos años para que apareciera en el horizonte Nelson Mandela y se aboliera mediante un acuerdo de paz tan execrable práctica.

Entiendo los argumentos pedagógicos del profe, pero esto de someter a un joven de bachillerato sin mucho kilometraje de conocimiento y vida a defender lo indefendible era sin duda un hueso duro de roer. Logré, sin embargo, armar “mi caso” y a tientas y mochas aguanté el pulso a mi contrincante.

Nunca olvidaré el sabor de culpa que me dejó el participar en ese ejercicio. Estaba allí argumentando en defensa propia más que creyendo en una causa o propósito. Quería el resultado de la nota y ganar, quedar bien ante mis compañeros y no mostrar debilidad. Así que usé todas mis capacidades en defensa de sacarle brillo al ego, sin duda una pírrica victoria.

Recordé todo esto viendo el último debate televisivo entre Trump y su contrincante en estas elecciones presidenciales, Joe Biden. Un país en plena crisis por la pandemia (como tantos otros) y con la aparición de sombras tan oscuras como el Apartheid. El debate se iba muchas veces por el camino perverso de las verdades a medias, calumnias infundadas, dimes y diretes. Defensa propia ausente de todo propósito, tierra fértil para una victoria pírrica.

El tono y alcance del discurso de estos debates los hemos adoptado en muchos de nuestras conversaciones públicas en donde lo que importa es que quede un vencido deshonrado en la arena y no una causa noble digna de emular.

No nos dejemos engañar de pírricas victorias.

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