Los recursos para la ciencia
Una de las más cacareadas propuestas del presidente Santos fue la dedicación del 10% del dinero de las regalías para la ciencia y la tecnología. El asunto ameritó una reforma constitucional y, posteriormente, la expedición de una ley. Por estas mismas épocas, más exactamente en 2008, el Congreso había convertido a Colciencias en Departamento Administrativo, lo que le daba un carácter casi ministerial. Desafortunadamente, como suele suceder en estos terruños, la Ley reglamentaria de los Recursos para la ciencia creó un Frankenstein que hizo, desde el principio, imposible dirigir los recursos para el objeto real de la investigación y las tecnologías aplicadas.
En el concepto “investigación” cupo de todo; desde la formación postgradual de profesores y futuros investigadores hasta los más inverosímiles proyectos hechos a la medida de la corrupción local donde se asignaron millonarias sumas para “investigar” y “generar conocimiento” en lugares donde era, material y científicamente, imposible. A esto se sumó el modelo administrativo con participación tripartita entre los entes locales (gobernaciones), centros de investigación (Universidades e Institutos), y el Gobierno nacional (Planeación). Colciencias se constituyó en la secretaría técnica. Este organismo llamado OCAD se replicó en los entes departamentales, en los que se decidían el tipo de proyecto a financiar y los montos.
Hay Departamentos que hacen decentemente la tarea asignando a universidades serias la responsabilidad de adelantar las investigaciones y administrar los recursos. En otros, los Departamentos se reservaron la administración de los recursos y la escogencia de los “entes investigadores”. El balance es triste y la corrupción rampante. Colciencias no tiene presupuestos de inversión, ha tenido numerosos directores que llegaron con la mejor voluntad, pero se fueron ante la incapacidad de poder echar andar nuestra vocación científica y los procesos innovadores que vienen con la ciencia hecha con seriedad y en proyectos de envergadura.
Colofón: en vez de reformar el engendro politiquero que crearon y permitir que los recursos fluyan a los grupos de investigación serios y con trayectoria, el Gobierno ha anunciado que dedicará los dineros para la construcción de carreteras. Sin duda que las necesitamos, pero si Colombia no transita rápido el camino de la ciencia, el rezago será enorme y el precio a pagar en el futuro será incalculable. Así, trochas para la innovación, autopistas para la corrupción.