Profesores, paro y autocrítica
Se completan dos semanas del Paro del Magisterio convocado por Fecode. Estoy convencido de que hay muchas aspiraciones evidentemente justas,dirigidas a mejores condiciones de vida en términos salariales y de salud de los profesores del país.
Colombia tiene que entender que la educación es la única instancia no violenta que puede democratizar al país y poner a los niños y jóvenes en condiciones de igualdad para competir por las oportunidades.
Dignificar la profesión docente es un camino necesario en los procesos de construcción de país. Pero la dignificación es de doble vía: de parte de la sociedad, que debe reconocer en los maestros a personas que dedican su vida a ayudar en la formación de la niñez y juventud, apoyan la construcción de sus proyectos de vida y señalan caminos para configurar sus sueños.
De parte de los maestros, que pasa por un ejercicio continuo de autocrítica, de cotejar sus vidas con los más altos estándares éticos, de mantenerse actualizados y, sobre todo, de ser referentes vivos de lo que intentan enseñar porque “los niños aprenden más de lo que ven hacer que de lo que oyen decir”; o sea, manifestar pasión por su profesión y el conocimiento, respeto por los niños y jóvenes a su cuidado, lectores serios, hombres y mujeres que se ganen la confianza de las familias, la sociedad y sus alumnos. La mayoría de los maestros colombianos lo viven y testimonian.
No obstante, los dirigentes de Fecode y los maestros deben permitirse la autocrítica. Hace unos años lograron el desmonte de buena parte del sistema de evaluación. Resulta curioso que los evaluadores no gustan de la evaluación; deciden la vida de niños y jóvenes, pero no les gusta ser evaluados. Se cambió la observación directa de las clases por unos videos que muchos los hacen conscientemente, pero unos pocos los mandan a hacer en un tráfico perverso que macula la profesión y la ética.
Es frecuente encontrarse con ‘educadores’, especialmente en la ruralidad, donde más aprenden los niños si los maestros faltan; curioso, también, que bastantes hijos de maestros (y de directivos sindicales) estudien en la educación privada. Se impone que juntos, maestros y sociedad, dignifiquemos la profesión docente. La defensa de la educación pública se hace por resultados, no por discursos.