Libertad de importunar Vs derecho a no serlo
Al iniciar el año, un golpe mediático sacude a Francia. El diario ‘Le Monde’ publicó una columna escrita por cinco mujeres -intelectuales reconocidas que se dicen feministas - y firmada por cien mujeres - intelectuales, artistas… también feministas. Otras escritoras y artistas, también feministas, apoyadas por mujeres que se sintieron abofeteadas por las autoras de la primera columna, ejercieron su derecho de respuesta. El primer grupo, considerado de feministas, dice querer llamar la atención acerca de la recrudescencia del puritanismo gringo y oponerse a esta corriente que limita la libertad sexual, sobre todo de los hombres quienes dependen de sus impulsos. Si por puritanismo se entiende “rigidez y escrupulosidad excesiva en el cumplimiento de determinadas normas de conducta moral”, significa que sancionar el acoso sexual y los “toques” indebidos en los medios de transporte releva de una moral excesivamente rígido. Sin embargo, este grupo que se dice feminista y defiende la libertad sexual, tiene una visión bastante tradicionalista de la masculinidad, con incontrolables impulsos sexuales y seductores inherentes.
En respuesta, otras mujeres - varias de las cuales han sufrido violaciones, acoso sexual o esta supuestamente inofensiva “seducción insistente” se mostraron ofuscadas por esta banalización de las violencias machistas y aceptación de la masculinidad dominante con sexualidad indomable. Algunas de ellas revindican el derecho de movilizarse solas, a cualquier hora, a pie o en metro sin que ningún macho “insistente o torpe” restriegue su sexo contra ella. También revindican los cambios de sociedad y avances logrados con hombres no machistas, respetuosos y amorosos, conocedores de los límites entre flirteo y acoso; límites que son el grado de comodidad y consentimiento de la otra persona. Abogan por el derecho a no ser importunadas, y la oportunidad de criar hijos varones capaces de vivir libremente una sexualidad feliz, no puritana, sin importunar a nadie.
Son debates candentes que llevan a extremos: una protagonista declaró que “una mujer puede disfrutar una violación sexual” terminando así de excluir toda posibilidad de consenso.