Las elecciones
La ciudadanía se pregunta si va a ganar el que controla la maquinaria política, si va a ganar el que estrecha las manos adecuadas en las salas secretas de los más poderosos, o si gana el que le habla al pueblo directamente.
Con todo, hay que recordar que la revolución rusa pasó del pueblo esperanzado a un pequeño grupo de actores políticos, en su mayoría burócratas sanguinarios, y que, del mismo modo, la “revolución” rumana fue secuestrada por los viejos comunistas, ahora convertidos en grandes capitalistas que nadan en mares de dinero. Los antiguos comunistas rumanos y rusos, quién lo iba a pensar, llegaron a explotar al pueblo. Hay que recordar que pocos movimientos se mantienen honestas y son capaces de responder con bienestar al pueblo que les ha dado su voto de confianza y, sobre todo, su legitimidad.
Llenar las plazas es bueno, pero no es suficiente. Ciertamente, reunir a 50.000 personas en una plaza es una proeza. Llenarlas requiere organización y voluntad. Sin embargo, insisto en que no es suficiente para hacer de los sueños de cambio una realidad. El voto de confianza que el pueblo otorga se tiene que transformar en el cumplimiento de los programas de gobierno. El voto de confianza se tiene que transformar en una lucha por la justicia y por el bienestar de todos los colombianos, pero sobretodo de las clases históricamente más desfavorecidas.
De un gobierno que promete cambiar el estado actual de las cosas se esperan, sobretodo, resultados. Ni los comunistas rumanos ni los rusos bolcheviques ni los generales egipcios, resultaron mejores, ni más inteligentes, ni más sabios, ni menos ambiciosos que aquellos que gobernaban con anterioridad. Al contrario, muchas veces han sudo peores. ¿Qué pasará aquí? ¿Prevalecerá, acaso, la justicia en la tierra, impidiendo que los fuertes opriman a los débiles, como se ha querido desde el Código de Hammurabi?
El próximo presidente debe averiguar cuántos parientes, hermanos, sobrinos, novias, hijos, ahijados, etc., tienen cargos en el gobierno y disfrutan del poder sin merecerlo se los coongresistas.
Alcalde, se critica el proyecto del Mesón de los Búcaros por los negocios que se hicieron pero ¿acabar el colegio la Normal es realmente la única salida?