Réquiem por un monumento
Hace más de cuatro décadas, el acucioso historiador Ricardo Serpa Cuesto promovió una campaña para conmemorar la llegada del primer avión a Bucaramanga. Desde su semanario ‘Crónica Santandereana’, luchó hasta lograr su cometido.
En nombre de la Academia de Historia de Santander, que entonces velaba por los monumentos existentes en la ciudad, instaló una réplica del biplano “Bolívar” y una placa en bronce conmemorativa.
El hecho recordatorio tuvo ocurrencia el 15 de diciembre de 1922. El aviador Machaux, que era de nacionalidad francesa, se mezcló con los nativos para explicarles el funcionamiento de la nave. La entrada para ver el aterrizaje costaba un peso preferencia y 50 centavos, general. Las boletas se vendían en los almacenes de Paillié & Cía. y Marocco & Carlo.
La alegría se convirtió en carnaval, que fue encabezado por el gobernador Emilio Pradilla, el Alcalde y S.M. Marina 1ª.
La ciudad cumplía 300 años, se aprovechó las efemérides para condecorar a Machaux con una medalla de oro durante un baile en el Club del Comercio. El lugar escogido fue la hacienda “El Conuco”, que fuera propiedad de Don Luis Felipe Parra. La ceremonia fue muy lucida, asistieron las autoridades de entonces, que aplaudieron la idea y el memorable acontecimiento. Hoy, por curiosidad, buscamos el monumento y no encontramos nada; ni siquiera la placa. Interrogados algunos vecinos, dicen, no recuerdan nada, son nuevos en el lugar.
Otro caso doloroso es la destrucción del Cóndor que adorna la Estatua de Custodio García Rovira, en el parque que lleva su nombre.
No obstante que los cuarteles de la Policía están situados a una cuadra de distancia, los vándalos lo arrancaron a pedazos. El Cóndor duró desde 1907 sin que nadie se atreviera a tocarlo.
No pasa nada, nadie se conduele, nadie cuida, a nadie le importa la ciudad.
El Señor Alcalde trata de hacer pero no lo dejan, todos criticamos pero no ayudamos.