¿Pensionarse? Mamola
En pocos años muchas personas afiliadas al régimen de fondos privados de Pensiones, creado mefistofélicamente por la Ley 100 de 1993 (con ponencia del entonces senador Álvaro Uribe Vélez), sabrán que no podrán pensionarse por la estructura del sistema pensional en que se “metieron” y las diabólicas fórmulas financieras que lo gobiernan.
¿Quiénes llorarán? Los que sucumbieron (como hace 500 años lo hicieron nuestros aborígenes ante las baratijas que les regalaron Colón y sus marineros) ante las brigadas de muchachitas “faldicorticas” que recorrían empresas, oficinas, universidades, sonsacando el “sí” de quienes cotizaban para pensión, para que se pasaran al régimen de ahorro individual.
Hoy, cuando ya bastantes de esas atractivas muchachitas son cuarentonas jamonas, los alelados se percatan de en qué se metieron. ¿Por qué?
Porque en el sistema de ahorro individual de los Fondos de Pensiones, los aportes de los afiliados van a una cuenta de ahorro individual mientras que los aportes de los afiliados en Colpensiones forman un fondo común en donde los recursos se distribuyen para pagar las pensiones de todos.
Porque en el régimen de ahorro individual el monto de la pensión depende del capital ahorrado por cada cual, mientras en el régimen de prima media el valor de la pensión depende del tiempo acumulado y del salario base de cotización.
Porque en el régimen de prima media los afiliados deben cumplir con cierto número de semanas de cotización y tener edad para pensionarse, mientras en el sistema de ahorro individual depende del saldo que cada cual tenga en su cuenta de ahorro individual. Hoy, muchos saben que no podrán pensionarse y mascullan una vejez amarga. ¡Vaya carnada que es una falda corta!
¿Quién ganó? El sistema financiero que gana millonadas administrando esos dineros… y pensar que buena parte de esas utilidades salen del país, pues casi la mitad de tales Fondos son de empresas extranjeras.