Dejemos la pasividad
Una característica básica de toda sociedad moderna y civilizada es el derecho de sus asociados de disentir, la cual lleva implícito el derecho de manifestar su inconformidad, siempre respetando los derechos de los demás y sin alterar el orden público.
Nuestros gobernantes aprendieron, porque nosotros les enseñamos con nuestra pasividad, que en este país se disiente de manera conformista de tal forma que socialmente solo queda la insatisfacción y nada más. Dicho en otro idioma, nuestra apatía ha permitido el abuso del poder impunemente.
Pueblos hay que han entendido ese derecho social de otra manera y entonces reaccionan y los gobernantes lo saben, lo cual hace que midan muy bien los pasos que dan, pues un error puede resultar políticamente costoso.
Mucho hay para protestar en este país y sentimos que ha llegado el momento de hacerlo: el manejo de los impuestos que, gracias a una reforma tributaria aceptada con mermelada, se está llevando más del 60% de las utilidades; la corrupción nace desde la presidencia misma con dirigentes que no ven lo que no les conviene y encuentran a quién echarle la culpa de sus errores; también ha invadido todos los estratos sociales, en el alto, con bandidos de cuello blanco que son los más peligrosos y en los bajos, con el cascarero que vive del hampa rampante.
Tenemos un sistema de salud que nos ahorca con los cobros y nos mata con su deficiencia; tenemos un sistema judicial que da grima, en el cual y gracias al cual, se genera la impunidad absoluta que nos agobia.
Tenemos una inseguridad en crecimiento, pues el Estado resulta incapaz de protegernos; la educación superior está convertida en un negocio de ricos y la mano del gobierno no se ve por ninguna parte distinta a poner dificultades y trabas burocráticas.
Las grandes ciudades se han tornado invivibles y si no, saque el carro y dé una vuelta para que pueda observarlo.
En fin, hay mucho de qué quejarnos, de modo que hagámoslo todos uniendo las voces para que nos oigan y hagámoslo ahora antes de que todo sea irreversible.