De nuevo a la brega
Los colombianos estamos poniendo fin a las actividades festivas de Navidad y año nuevo y empezamos el movimiento necesario para enfrentar otro año que ojalá y en bastante, sea diferente al año que dejamos atrás.
Para empezar, debemos enfrentar un reto nuevo: liquidar y pagar los gravosos impuestos de la reforma tributaria que impulsó este nefasto gobierno, los cuales solo notaremos cuando se haga la liquidación respectiva, pues nuestra miopía no nos permite, ni permitió, ver la realidad que se oculta tras de ellos.
De otra parte, elegiremos senadores y representantes y lo más importante nuevo Presidente, solo que desde ya espanta ver cómo de nuevo vuelven a aparecer aquellas caras de las que tanto hemos denigrado, que por estos días se muestran como las únicas capaces de salvar este país de caer en el despeñadero que ellas mismas propiciaron.
De paso digamos que los únicos favorecidos con el voto en blanco que empieza a promoverse serán los mismos de siempre, pues ellos tienen electores propios, amarrados con promesas, almuerzos, puestos y uno que otro dinerito, si todo lo demás termina fallando.
Pero hay algo más importante: debemos cambiar el Presidente y aquí sí hablamos ya de palabras mayores, pues basta ver lo que sucede en el mundo, para entender hasta dónde es peligroso equivocarnos en tal sentido. A partir de ahora, empiezan a perfilarse los candidatos a través de todas las artimañas que se dan en las democracias para el efecto y muy seguramente tendremos que hacerlo frente a una segunda vuelta, pues solo así quedará el par de candidatos necesarios para escoger el menos malo, o por lo menos para votar por el que sea más conveniente para la convivencia pacífica, el desarrollo social y el progreso de todos los colombianos. Consideramos que es una obligación ciudadana enfrentar el reto con la seriedad que la situación requiere, lo cual nos impone el compromiso de analizar con sentido patriótico las diversas ofertas, dejando de lado las decisiones simplemente emocionales, que no solo conducen a poner en riesgo la realidad de la única esperanza que tenemos que es nuestro futuro.