Amores in pectore
JMS fue Mindefensa en el gobierno del presidente Uribe. Parecería que nunca lo fue porque siempre despotrica de dicho período refiriéndolo como ajeno a su responsabilidad y coparticipación. Sin embargo, jamás manifestó públicamente su desacuerdo en nada y en cambio se mantuvo al acecho para mover las cartas de su baraja a su acomodo, mientras se embadurnaba con la miel de las lisonjas para obtener lo que se había propuesto. Recordamos la decapitación de doce generales en la Policía para darle paso al hoy vicepresidente in pectore, masacre cuya autoría no podía tener origen diferente al suyo. El neo-general de entonces, saltando sobre las cabezas tendidas de sus superiores, brincó a la dirección de la Policía de la mano de su ministro, convenciendo al Presidente de una trama urdida en interceptaciones telefónicas. Fue la masacre de doce generales con las injusticias y los perjuicios que semejante atropello generaron en notables servidores de la patria y desde luego, en el erario a cuyo cargo se obtuvo tan costosa calificación de tales oficiales.
Hoy, en un acto de pública descortesía y desafío con el actual Vicepresidente y remedando al vecino dictador, procede como imposición manipulada al Congreso la exaltación de su prohijado de siempre, al cargo que supone disponible pronto o quiere presionar para que se produzca cuanto antes su vacancia.
Mientras ello ocurre, porque hay mucho tiempo por delante que solo puede definirlo el actual Vicepresidente, cargo que si fuese de libre remoción hace mucho tiempo tendría al inquilino de marras, sería conveniente, si es que hay explicaciones pertinentes, que el vicepresidente in pectore respondiera al doctor Fernando Londoño contándonos pormenores sobre nueve graves episodios de su vida policial que inquietan a los ciudadanos de bien. Pero si no tiene respuestas satisfactorias a tantos interrogantes e inquietudes públicamente formulados, tranquilo; nadie da de lo que no tiene.