
Dos lecturas imprescindibles de este fin de año son “SPQR. Una historia de la Roma Antigua”, de la historiadora británica Mary Bread; y “La maravillosa historia del español”, del catedrático Francisco Moreno Fernández.
La documentación sobre el mundo clásico es tan antigua como él; ya está en la escritura en papiro y piedra, la escultura, la arquitectura, el lenguaje, el arte, el derecho y las instituciones políticas. Somos herederos directos de esas civilizaciones. La historia definitiva no existe, y el pasado no es lo que pasó, sino lo que creemos que pasó, y estaremos reescribiendo con nuevas interpretaciones. “El pasado es arcilla que el presente labra a su antojo. Interminablemente.”, dice Borges; y los historiadores lo hacen a la luz del rigor científico, de la acumulación de conocimientos y de nuevos hallazgos. Pareciera como si la monumental obra de Theodor Mommsen, uno de los filólogos e historiadores más importantes de nuestro tiempo, –”Historia de Roma” y “Mundo de los Césares”, entre otras- ya fueran suficientes. O el extraordinario trabajo de otro británico contemporáneo, Robin Lane Fox, “El mundo clásico”. El mundo romano empieza en el año 753 a.C. y no para de decirnos algo. Y el gran mérito de Mary Bread no es solo que nos regala más de 50 años de investigación, sino que lo hace con un estilo narrrativo vivaz, actual, ameno, fluido, emocionante, y no decae en ninguna de sus más de 600 páginas. «SenatusPopulus Que Romanos» recrea el fabuloso mundo que empezó en una aldea y terminó en imperio mundial.
Y “La maravillosa historia del español”, no solo nos cuenta cómo surgió una lengua que ahora llamamos español o castellano a partir del siglo VIII, sino que es la historia misma de la configuración del mundo hispánico e hispanoamericano; la historia del habla castellana, desde sus orígenes populares, campesinos y pastoriles, hasta llegar a ser la lengua del imperio español y una de las más importantes y esplendorosas lenguas actuales, cuyo desarrollo y pujanza no decaen. Su método expositivo es impecable y subyugante. No se puede dejar de leer.
