Lástima el problema de la viuda
Para denigrar de alguna persona o para rechazarla, los colombianos y especialmente los santandereanos, tenemos una manera sutil de hacerlo. Así lo afirmaba, con su humor cáustico un antiguo dirigente santandereano. Decía él que cuando se quería hablar mal de alguien se comenzaba por elogiarlo y después agregaban con voz misteriosa “lástima el problema de la viuda”. Quedaba en el ambiente la duda de si el personaje había robado a una viuda o la había abandonado o quería aprovecharse de ella. Con este comentario descalificaban a la persona a quien pretendían destacar. Este mismo político, hombre recursivo e inteligente, fue quien en editorial de un periódico dio el nombre a un grupo político santandereano. Los llamo Los Titos, porque se reunían en un restaurante de la ciudad cuyo propietario era don Tito.
Así está ocurriendo con los enemigos del proceso de paz. Comienzan por señalar la necesidad de acabar con el conflicto que avergüenza a nuestro país desde hace más de 60 años, pero en seguida señalan las fallas del proceso, unas reales otras ilusorias. Afirman entonces que lo acordado en La Habana está bien pero “lástima el problema de la justicia, lástima el problema del Congreso, lástima que la ayuda sea condicionada, lástima de los territorios que ocuparán los insurgentes…”
Es necesario entonces, que los colombianos hagamos un alto en el camino y evitemos las controversias inútiles y las talanqueras que ponemos al proceso de paz. El esfuerzo del presidente Santos es encomiable, aun a costa de su prestigio. Pero por otro lado, las “piedras en el camino” tienen orígenes diferentes. Unos porque viven de la guerra se oponen al fin de ella, otros, porque no son los protagonistas y unos más se inventan problemas ideológicos que no existen. En este momento, cuando las conversaciones en La Habana ya tienen carácter internacional, los colombianos debemos apoyar este gran esfuerzo para que a la nueva generación no le ocurra lo que a la nuestra, que nunca ha vivido en paz.