Fragilidad de la democracia
En algunos lugares hay síntomas de deterioro de la democracia liberal. Esta forma de gobierno en la actualidad es abanderada en la mayoría de los países. Tiene como antecedente los gobiernos de Atenas en la llamada Grecia clásica. Era la democracia directa que funcionaba en reuniones de los ciudadanos en el Ágora. Más tarde surgió la llamada democracia representativa, que comienza en Inglaterra con las reuniones preparatorias a la Carta Magna. Sin embargo, algunos tratadistas aseguran que esta modalidad comenzó en las reuniones que organizaban los vikingos. Después vino la gloriosa revolución inglesa, la independencia de los Estados Unidos y la revolución francesa. Surgieron los partidos políticos, la separación de poderes, la elección de los gobernantes y el rechazo a que estos se perpetúen en el poder.
Este sistema coadyuvó en el gran desarrollo del llamado mundo occidental y logró que este sector triunfara sobre las llamadas democracias populares o dictaduras socialistas como las denominara Duverger. Igualmente el fascismo fue derrotado en toda su dimensión. Pero en los últimos años hemos visto brotes peligrosos de grupos simpatizantes del populismo de derecha. Lo observamos en Alemania donde la derecha ocupó el tercer lugar en las últimas elecciones. Igualmente en otros países como Inglaterra y Austria. Y fenómenos de desmoronamiento de los partidos como en Francia y en nuestra américa en Venezuela. Y ahora en nuestro país los partidos están en una total crisis y hay movimientos muy notables que apuntan hacia el populismo de derecha. Es sintomático por ejemplo, la actitud del ex ministro Vagas Lleras, quien funda un partido, participa del gobierno nacional y luego se sale de su colectividad y quiere participar electoralmente por firmas. Y todos esos pequeños partiditos buscan solo arañar “el poder “sin ninguna ideología ni voluntad de mando. Las teorías quedaron atrás y la incoherencia es total. Por todas estas razones algunos comentaristas consideran que la democracia liberal está en crisis. En consecuencia, la democracia debe estar alerta, porque hay nubarrones en el horizonte.