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Gustavo Galvis Arenas
Jueves 17 de octubre de 2019 - 12:00 PM

Un salto al vacío

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Un fenómeno dialéctico ocurre en la ciudad de Bucaramanga. Con el desmoronamiento de los partidos han surgido más colectividades políticas. En nuestra ciudad, así como en el país en general, se reúne un grupo de personas, señalan a uno de ellos como candidato y empiezan a repartir volantes, utilizan las redes sociales y sin concretar ninguna ideología aspiran a ser alcaldes, gobernadores y concejales. Entre más partidos menos ideas políticas. Esta situación es motivo de alegría para la mayoría, preocupación para algunos grupos y temor para quienes analizan los problemas del país con la convicción que un partido político es un grupo de personas con ideas políticas que aspiran a llegar al poder.

Indudablemente somos un país sui géneris, es el único donde todavía hay guerrilla y ahora se perfila una comunidad que sin ideas y sin partidos busca gobernar. Uno de los argumentos es que los partidos políticos generan corrupción. Pero se les olvida el viejo aforismo de Sor Juana Inés de la Cruz de que quién es más corrupto “el que peca por la paga, o el que paga por pecar”. Indudablemente, la desesperanza ha conducido a esta situación. Tenemos ejemplos de manejos de funcionarios públicos y políticos que llegan a los cargos únicamente con el afán de enriquecerse. Pero no son todos, porque hay funcionarios y políticos que ejercen su liderazgo sin conductas reprochables. No se les debe olvidar nunca lo que ocurrió en Alemania e Italia cuando el fascismo y en Venezuela con la andanada contra los partidos que terminó con el gobierno de Chávez.

De todas maneras, estamos en un experimento y no sabemos cual será el resultado. Solamente podremos hacer un análisis más coherente después de las próximas elecciones. De todas maneras, el rechazo a los partidos es proverbial y de contera la crítica a todos los gobiernos anteriores es sintomática. A quienes consideran que lo novedoso es importante y proverbial rechazan todos los gobiernos y a todos los políticos. Este concepto trágico es muy peligroso porque para construir nuestro país se han necesitado muchas personas, muchas ideas y mucho esfuerzo. Y sigue los sui géneris de nuestro pueblo. Rechazan la formación de la democracia en Grecia con partidos, no aceptan las ideas de la Revolución Francesa, creen en la democracia sin ley de la que hablaba Aristóteles, olvidan a Diderot y a todos los tratadistas y quieren construir una aparente democracia directa. Ojalá no nos equivoquemos y demos un salto al vacío.

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