La despedida de Obama
“Tomemos el desafío del cambio climático. En apenas 8 años, hemos reducido nuestra dependencia del petróleo extranjero, duplicado nuestra energía renovable y llevado al mundo a un acuerdo que tiene la promesa de salvar el planeta. Pero sin medidas más audaces, nuestros niños no tendrán tiempo para debatir la existencia del cambio climático; estarán ocupados luchando contra sus efectos: desastres ambientales y económicos, y oleadas de refugiados climáticos que buscan refugio”.
Este párrafo hace parte del discurso de despedida del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, después de ejercer el cargo de la nación más poderosa del planeta durante los últimos ocho años.
Nadie creyó en su momento que el joven senador de raza negra, que electrizó a la Convención Nacional Demócrata en julio del 2004 con un filosófico discurso de conceptos modernos reflejado posteriormente en su libro, La Audacia de la Esperanza, lo fuera a catapultar al logro de lo imposible: ser elegido Presidente en el año 2008 y conseguir su reelección.
Hoy, el abogado constitucionalista que comenzó su actividad política haciendo voluntariado en los barrios más deprimidos de Chicago, se retira del gobierno dejando una gestión de amplio contenido social, de defensa de los Derechos Humanos, tolerancia y liderazgo en los temas ambientales, cuyos gravísimos problemas amenazan la supervivencia de la civilización, en un planeta que se calienta y se abarrota peligrosamente de gente.
Deja el gobierno una persona moderada, sencilla, amante de la lectura y ejemplo de que sí se puede ejercer el poder con transparencia, sin escándalos de ninguna índole en lo personal y en lo público. Seguirá siendo noticia en los foros internacionales donde seguramente estará como el conferencista principal.
Buen ejemplo para quienes los emborracha y envanece el éxito económico, político o social, olvidando que son mortales, como se lo recordaban a los césares romanos en la apoteosis de un triunfo.