¿Por qué tanta bulla?
La pregunta más frecuente de estos días: “¿Por qué tantas manifestaciones, protestas y confrontaciones con la fuerza pública, denuncias, presos, heridos y muertos?” Una de las respuestas más frecuentes: “Porque las Farc desde La Habana está manipulando a muchos sectores sociales, especialmente campesinos, obligándolos a protestar, bloquear carreteras y confrontar a la Policía”. ¿La respuesta es correcta? “Depende de la dependedera”, como en alguna época se decía cuando a la pregunta no se podía contestar si o no, con seguridad.
No hay duda de que los movimientos tienen mucho de cívicos y de políticos. No se puede descartar que los movimientos subversivos se hayan sumado a las expresiones inconformes, populares y contestatarias. Ocurre siempre.
La sabiduría de las autoridades y de los que en la protesta no quieren violar la ley ni atacar a la autoridad, consiste en lograr que los radicales no impongan sus consignas ni propósitos. Nada fácil, por cierto.
Es entendible que el gobierno reclame tranquilidad y exija respeto a la ley y no uso de métodos violentos ni de prácticas que obstruyan vías. Son convenientes los esfuerzos de los funcionarios por negociar, hacer acuerdos y dar respuestas serias, claras, eficaces e inmediatas a las exigencias ciudadanas. Ojalá muy pronto todo se arregle.
Pero hay que mirar la verdad de la situación: desigualdad, pobreza, abandono, promesas incumplidas, injusticias manifiestas. Si ello no existiera, si no fuera cierto, las protestas no serían tan frecuentes ni tan fuertes. Tampoco habría manipulaciones ni tan evidente y dañina incidencia de los protagonistas de lo ilegal en los movimientos sociales.
Mientras no se ejecuten políticas públicas de mediano y largo plazo que traigan fin a los desequilibrios económicos y sociales, seguirán las protestas.
Y un día se desbordará la copa, con consecuencias impredecibles, lo que producirá caos, violencia, represión, más pobreza. No nos engañemos, hay que ir al fondo de las cosas.