El menor mal
Hace dos años en medio de la elección del fiscal general advertí lo inconveniente que podía resultar para el país elegir a Néstor Humberto Martínez por razón del conflicto de intereses que podría surgir por razón de los negocios que como buen abogado litigante, que indudablemente es, manejaba en su despacho profesional.
Fue en una columna titulada “el ungido” escrita en julio de 2016 que premonitoriamente hice esa advertencia. No me creyeron.
En ella no solo cuestioné la nominación de Martínez Neira (a quien admiro como litigante mas no como fiscal, cosa que en mi caso particular no ocurre con otras vedettes del litigio en Colombia como por ejemplo Granados, Lombana o De La Espriella que se me hacen más lobbystas que juristas, descresta-provincianos de tierra caliente) por sus impedimentos profesionales, sino en general por la forma como se elige fiscal general en Colombia.
Nadie pone en duda las condiciones académicas y profesionales del fiscal pero el solo hecho de haber sido apoderado del grupo AVAL (socio de Odebrecth en Colombia) configuraba de entrada una causal de impedimento que debió haber manifestado al momento de tomar posesión de su cargo, incluso antes.
Personalmente creo en la inocencia del fiscal en el caso de Pizano. Escuché los audios y pienso que pecó por omisión mas no por acción siendo para el momento de su error un simple particular que no servidor público y todo me indica que este escándalo obedece más a un plan del uribismo para sacarlo y poner fiscal de bolsillo.
Debo confesar que aunque en principio Martínez me generaba desconfianza por su relación con Vargas Lleras y Sarmiento Angulo, los resultados mostrados durante estos dos años (con excepción del caso Odebrecth) lograron convencerme de lo contrario.
El menor mal es que para el caso Odebrecth se designe un fiscal ad-hoc y se le permita al fiscal general continuar en su cargo a condición de seguir demostrando resultados contra la corrupción. Sería su mejor defensa.
Que el Uribismo llegue a apoderarse de la fiscalía sería…el peor de los males.