Trump: il bragadino
El escritor californiano Robert Greene publicó en 1998 Las 48 Leyes del Poder, convirtiéndose tal libro en consulta obligada para quienes buscan comprender para defenderse del poder y para quienes lo ansían como intención de vida. El propósito del autor no se limita al poder político, sino que sus leyes, dice, son aplicables a todos los ámbitos, incluyendo el empresarial y el religioso.
Es bastante probable que Trump lo haya leído, estudiado y aplicado con devoción. No dudo que nuestros Trump criollos también lo hayan hecho. Comparto con ustedes hoy la ley 32 del autor: Juegue con las Fantasías de la Gente. El criterio expresado es el siguiente: “Muchas veces se evita la verdad porque suele ser dura y desagradable. Nunca recurra a la verdad ni a la realidad, salvo que esté dispuesto a enfrentar la ira que genera la desilusión. La vida es tan dura y problemática que aquellas personas capaces de inventar ilusiones o conjurar fantasías son como oasis en el desierto: todos van hacia ellas. Apelar a las fantasías de las masas es una fuente inmensa de poder”.
Ante las dificultades de una sociedad, las soluciones demandan esfuerzos, tiempo, paciencia, sacrificios. Las propuestas fantasiosas suelen ser acogidas pues ofrecen un cambio repentino de una realidad insoportable.
Trump no cumplirá sus promesas porque no son reales, no resuelven, solo son útiles para llegar al poder. Greene cita al emperador japonés Ieyasu: Si quieres decir mentiras creíbles, no digas la verdad increíble.
Trump va a polarizar, pero la realidad del colapso del modelo socioeconómico y político del capitalismo salvaje limitará su accionar. Ante la amenaza de un planeta agotado en sus fuentes naturales sobre las cuales se basa la economía capitalista actual, solo una implementación lenta de un modelo sostenible y de una cultura que integre lo urbano y artificial con lo natural, en una propuesta de solidaridad mundial, podrá brindar una verdadera esperanza para la humanidad.
En nuestro pequeño espacio social, económico y geográfico, el nuevo acuerdo de paz es un paso gigante en la dirección correcta pero demandará tiempo, paciencia, esfuerzos y sacrificios y Trump no tendrá interés, ni razones, ni conveniencias para abstenerse de apoyarlo.