El que diga Uribe
Por si no lo recuerdan, fueron las señoras, señores, muchachas y jóvenes uribistas quienes en 2010 eligieron a Juan Manuel Santos porque ese fue el que dijo Uribe. En el 2014 y gracias a que el patrón hizo con Yidis lo que ya todos sabemos para que se aprobara la reelección, el que dijo Uribe resultó ungido y nos gobernará hasta el 6 de agosto del próximo año.
Hoy, no hay duda, son los uribistas quienes con más vehemencia y ardor odian al que ayer dijo Uribe y, sin embargo, quieren repetir la jugada. Prueba de ello es que en las encuestas de intención presidencial, ‘el que diga Uribe’ aparece con un porcentaje que envidian la mitad de los actuales aspirantes al primer cargo del país.
Estas personas no han entendido que lo importante en la vida, como seres humanos que somos, no es cambiar de pastor sino dejar de ser ovejas y como siguen siéndolo, no hacen más que esperar la seña de su mandante para repetir sus errores, odios, malquerencias e insignificancia.
No han entendido, tampoco, que el sistema político imperante hace que cualquier persona, en el instante en que llega a la presidencia queda convertida en poco menos que Dios. Bueno, eso es un decir, porque la realidad muestra que puede hacer y deshacer con las personas, los cargos, contratos, hijitos, presupuestos, curas y pastores bastante más que Dios, a quien parece importarle nada lo que estos suplantadores hacen en su nombre.
De modo que sea el que sea que llegue a la presidencia, podrá hacer lo que su inteligencia, sus conocimientos, su espíritu, su sensibilidad y sus intereses le indiquen, no lo que le diga alguien, por más Uribe, Popeye, Londoño, Arias u Ordóñez que sea.
Esta historia ya la vivimos y repetirla no vale la pena, mejor estudiemos a los candidatos, sus vidas, sus experiencias, inclinaciones y conocimientos para escoger al que más y mejor le pueda servir a la patria.
Recuerden: no se trata de cambiar de pastor sino dejar de ser ovejas.