Colombia: ¿un pueblo esquizofrénico?
En una entrevista publicada antes del plebiscito el expresidente de Uruguay, el respetado José Mujica, anotaba: “Si Colombia dice ‘No’ daría la impresión de ser un pueblo esquizofrénico que se aferra a la guerra como forma de vida. América Latina difícilmente lo entendería”. Según la Organización Mundial de la Salud, la esquizofrenia afecta a millones de personas y “se caracteriza por una distorsión del pensamiento, las percepciones, las emociones, el lenguaje y la conciencia de sí mismo. Algunas de las experiencias más comunes son los delirios; ideas persistentes erróneas de las que el paciente está firmemente convencido, incluso cuando hay pruebas de lo contrario. Y las alucinaciones: oír o percibir algo que no existe”, entre otros síntomas.
Durante la campaña por el No se escucharon ideas que -efectivamente- no tenían ningún sustento, pero que fueron aceptadas por muchos sin ningún análisis. Por ejemplo, el cuento de que el castrochavimo se tomaría a Colombia si ganaba el Sí. ¿A quien le podría caber en la cabeza que el presidente Santos, destacado integrante de la oligarquía nacional y promotor de gobiernos neoliberales, seguiría el camino del nonagenario Castro o el difunto Chavez? También escuché en una publicidad por el No que el acuerdo suscrito era una especie de pacto secreto entre las Farc, la comunidad Lgtbi y Santos. Y el presentador se veía “firmemente convencido”, a pesar del disparate que estaba diciendo.
Aparte de la esquizofrenia, como tema de investigación social, también es necesario analizar otros factores que incidieron en la votación del plebiscito. Es el caso del educativo, muchas personas de escasa o nula educación son también vulnerables frente a estos primarios mensajes. Por supuesto que también pesó la enorme y justificada desconfianza del pueblo colombiano frente a las Farc y otros grupos guerrilleros. Y también la pésima imagen que tiene el gobierno de Santos.
En fin, como nadie esperaba estos resultados y por lo tanto no hay un plan B, lo que predomina en el momento de escribir esta columna es la incertidumbre frente al proceso de paz. En todo caso, la hora no es la de atizar más la polarización entre los colombianos y sí la de aportar cada uno nuestro granito de arena “en la construcción de una paz estable y duradera” para todos.