Gracias queridos abuelos
Con esta carta quisiera rendir homenaje a mis abuelos, quienes me brindaron acompañamiento y amor desde que yo era un niño. Por ellos me formé como una persona de bien, educado en un colegio público donde me preparé para ingresar a la universidad habiendo culminado mi formación en medicina.
Hoy dedico mi vida no solo al cuidado de los enfermos que debo atender gracias a mi vocación, sino también a mis queridos abuelos a quienes debo devolver gran parte de su entrega por mí.
Ellos delegaron en mis padres el manejo del negocio familiar en una plaza de mercado y asumieron mi educación convirtiéndome en un hombre recto, justo, honrado, bondadoso, disciplinado, responsable de mis actos y agradecido con Dios al contar con los abuelos que muchos han tenido, pero que por circunstancias de la vida olvidan, desconociendo sus nobles acciones al final de sus días.
Hoy, a sus 90 años mi abuelo y 86 mi abuela, con las enfermedades y limitaciones de su edad, necesitan ser atendidos como ellos lo hicieron conmigo cuando yo siendo un pequeño requería de atención, educación y cuidado.
¡Abuelitos jamás les fallaré! Porque gracias a su entrega por mí, me convirtieron en un hombre agradecido, comprometido y feliz.
Respuesta
Bello mensaje como reconocimiento a la dedicación y amor de unos abuelos que velaron por la formación integral de su querido nieto. Hoy siendo profesional asume con actitud noble y bondadosa el compromiso sagrado de velar por su bienestar en el crepúsculo de su existencia. He ahí la gratitud y justa correspondencia que no solo los nietos, sino ante todo sus propios hijos deben asumir para cubrir sus necesidades y brindarles el cuidado y cariño que merecen hasta el último instante de su existencia.
Reflexión
Los abuelos son ángeles que guían con su experiencia y sabiduría la vida de sus nietos, enseñándoles el significado de bondad, disciplina, exigencia y el amor.
Su mundo interior guarda el conocimiento vivo de toda una existencia, colmada de momentos únicos e irrepetibles con experiencias positivas y negativas, todas ellas dotadas de una riqueza invaluable desde su óptica individual y aplicadas con sensatez y sentido común en el instante preciso, como todo un gladiador que defiende o reguarda, censura o ataca cuando las circunstancias requieren, pero que al mismo tiempo aprende, aplica y enseña como todo un gran maestro. He ahí el valor y trascendencia de nuestros abuelos.