Iragorri: el Agro II
Cuando estas líneas lleguen a los lectores habrá iniciado un periodo que ya se ha dado en llamar “Santos II”, y se habrá hecho oficial la designación de Aurelio Iragorri Valencia como Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural en esta definitoria etapa para el campo colombiano: el Agro II.
Ya arrancaron las calificaciones: que no es técnico sino político, que no conoce el sector, que es gran conciliador; y también los consejos de quienes se dicen expertos: la exministra Cecilia López lo invita sin empacho a hacer a un lado a los gremios, “que ellos se defienden solos”, para que “escuche más bien a aquellos sin voz”. Lo invita también a desestimar los “subsidios para calmar emergencias”, olvidando que este país, por el abandono histórico del campo y la falta de planeación estratégica para la competitividad, pues vive de emergencia en emergencia, de Niño en Niña y de TLC en TLC, enfrentando a la naturaleza y a mercados internacionales con productores altamente subsidiados -a ellos sí no les hacen daño-, compitiendo con los nuestros, siempre huérfanos de política pública.
Yo también prefiero los bienes públicos a los subsidios. Nuestros competidores tienen ambos con profusión, pero en Colombia no tenemos ni los unos ni los otros. Parafraseando el principio de la tan de moda Tercera Vía: el campo necesita toda la infraestructura que sea posible, porque la deuda es inmensa, y mientras tanto, todos los subsidios que sean necesarios para calmar emergencias.
No me atrevo a darle consejos al nuevo ministro; no obstante, pienso que para serlo con éxito se requieren dos cosas: sentido común y voluntad política. El primero ya ha demostrado tenerlo Iragorri, y la segunda depende de la importancia que le conceda el Gobierno a la recuperación del campo, no solo para la paz, sino para el desarrollo del país, en un entorno de creciente demanda mundial de alimentos y con evidentes ventajas comparativas, hoy desaprovechadas por una precaria competitividad. La recuperación del campo es un imperativo con negociaciones o sin ellas. Siempre ha debido serlo, como lo han pedido a gritos los gremios y el país rural sin encontrar respuesta.
Por eso mismo, los problemas del campo no dan espera a que se firmen o no acuerdos con las Farc, ni a los resultados del censo o a los de otra Misión Rural.
Lo dicho: Lo importante, señor ministro, es sentido común y voluntad política para la acción.