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José Manuel Acevedo
Lunes 29 de julio de 2019 - 12:00 PM

La defensa de la vida

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¿Por qué preocuparse por los líderes sociales se volvió una bandera exclusiva de sectores de izquierda y, de repente, solo ellos pueden sostenerla creíblemente? ¿Por qué existe la tendencia a pensar que las personas que comulgan con tesis de derecha o de partidos como el Centro Democrático no pueden ser a la vez líderes sociales y políticos comunitarios si, como demostró en un reciente estudio Ariel Ávila, la mayor parte de asesinados en el marco de la violencia política en los últimos años son miembros precisamente de estos partidos en las distintas regiones del país?

¿Por qué en vez de responsabilizar a los autores mediatos y materiales de estas matanzas como el ELN, las disidencias de las Farc, el clan del golfo o los mineros ilegales, un puñado de gente salió a la marcha del pasado viernes a gritarle “asesino, asesino” al presidente Iván Duque que en buena hora se unió a las movilizaciones?

Estas preguntas tendrían que llevarnos a la reflexión definitiva de que la defensa de la vida es un asunto que a todos involucra. No pueden ser tolerables las actitudes de políticos que hablan de “muertos buenos” o que, por otro lado, intentan robarse una causa común para convertirla en caballito de batalla electoral. Por supuesto que al gobierno hay que exigirle que aumente la protección de los lideres y a las autoridades locales que dejen de mirar para otro lado cuando se habla de estos delitos y que se comprometan con el cuidado de la integridad de estas personas más allá de ponerles chalecos antibalas, escoltas y carros blindados.

Sin embargo, lo que definitivamente no nos puede pasar es que, por la vía de apuntar al Estado como el último gran responsable de todo, nos olvidemos que quienes aprietan el gatillo son grupos claramente identificados que hay que desestructurar porque su fin supone el fin del hostigamiento a nuestros lideres sociales. ¿Cómo puede haber gente que pida la reactivación de diálogos con el ELN, por ejemplo, sin exigirles previamente que abandonen sus prácticas frente a la sociedad civil? ¿Son los mismos que dicen defender a los líderes sociales?

La vida es sagrada, dice el profesor Antanas Mockus y tendríamos que humanizar más la política para entenderlo a cabalidad. Si seguimos mirándonos como contrarios y pensando que quienes no piensan igual que nosotros, tienen menos derechos, seguiremos estancados en una espiral violenta que no tiene sentido. Pero también tendremos que ponernos de acuerdo en el rechazo total a esos grupos al margen de la ley que todavía dicen que son “la guerrilla del pueblo”.

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